miércoles, 18 de marzo de 2020

SALUS NOSTRA IN MANU TUA



Hoy, cómo me correspondía por turno (somos dos capellanes) he celebrado la Santa Misa en el Carmelo. Lo único “extraordinario” ha sido la ausencia del pequeño grupo de fieles que cada mañana, a las ocho y media, participa de la misa conventual. Por lo demás el fervor de siempre que la comunidad imprime a las celebraciones y que tanto ayuda al encuentro con Dios.

La iglesia, pequeña “como un portalito de Belén”, como todo lo del Carmelo  -que así lo quiso su Santa Madre- pero delicada  como un frasco que guarda la esencia del mejor perfume, está presidida por una imagen del crucificado que, sin ser ninguna joya de arte, tiene su pequeña curiosidad, pues es la que se utilizó en aquella famosa película del llamado peyorativamente “cine de estampita” Marcelino Pan y Vino, que seguramente tiene mucho de “estampita” pero es un monumento maravilloso a la confianza en la providencia de Dios, a la ternura, y sobre todo a la figura de la  madre, por la que Marcelino suspira. Mucho mejor iría el mundo de hoy si el cine transmitiera valores y no solo frivolidades.


El Cristo vino a parar al Carmelo dombenitense, devastado en los aciagos días de la Guerra Civil Española,  gracias a las gestiones del familiar de una monja que lo consiguió de los estudios donde se rodó la película.

Está cobijado bajo un dosel de madera tallada, dorada y policromada, en cuya bambalina figura en letras capitales la leyenda: SALUS NOSTRA  IN MANU TUA  -Nuestra salvación está en Tu mano- que nos evoca el salmo 31, y nos llevan al Egipto de los faraones, donde los hijos de Jacob buscan la salvación de sus vidas en la mano, poderosa y magnánima, de aquel hermano a quien habían vendido por envidia (Gen 37 ss) y que es prefiguración de Jesucristo.


SALUS NOSTRA IN MANU TUA

Hoy, estas palabras, bajo las que celebro misa tantas mañana, me han sonado nuevas, y me he sentido en la necesidad de decirle al Señor, como los hermanos de José, ¡porque él es nuestro hermano!: ¡En tus manos está nuestra salvación! ¡A quien vamos a acudir, solo tú tienes palabras de vida eterna!


Desde la parroquia un abrazo a todos

Juan Manuel

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