jueves, 26 de agosto de 2021

¿VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS?

Es una pregunta que me hago con frecuencia (tomando prestado, y transformando en interrogativo el célebre verso de Bécquer) mirando la nave de la iglesia parroquial, y recordando a tanta gente “desaparecida” desde que comenzó esta desgraciada pandemia, que, también, tenemos que reconocerlo, tiene mucho de “plandemia”, y que está sirviendo para transformar el mundo y acelerar el final de una era. Bécquer tenía a su favor para estar tan convencido de la vuelta de las golondrinas, que la naturaleza siempre cumple sus ciclos, y que, por eso, con la llegada de la primavera, volverían a colgar los nidos en el balcón; es lo que ha ocurrido siempre, invariablemente, porque responden a sus instintos, y a un código grabado en su ADN, que las lleva, cuando el reloj de la biología marca la hora, a volver una y otra vez para cumplir con el ciclo de la vida.

Pero en el mundo de la fe no ocurre lo mismo, y por eso yo no estoy tan confiado que “las golondrinas” –nuestros feligreses-, vuelvan a los “nidos” de la fe y de la religión, al menos como lo hemos entendido hasta ahora.

Esta pandemia ha dejado al descubierto muchas cosas, entre ellas, el poco fundamento y la poca hondura de las raíces de la fe de una parte importante de nuestros feligreses, que han preferido abandonar toda práctica religiosa comunitaria –que a veces era incluso diaria-  por el miedo a un posible contagio, y esto a pesar de que las iglesias han sido lugares seguros, entre otras cosas porque se han cumplido con sencillez, constancia y eficacia, todas las prescripciones sanitarias como en ningún otro sitio.

Recalco lo de práctica religiosa comunitaria, porque yo no entro a juzgar sobre la fe privada de nadie. Yo no sé lo que cada uno reza en su casa, ni las veces que su corazón se eleva a Dios, ni el culto que cada uno le tributa en el ámbito de su hogar.  Pero es evidente que la fe comunitaria ha quedado tocada y debilitada por la pandemia, basta con darse una vuelta por nuestros templos. La religión, o es social, o deja de ser religión como tal, para convertirse en un sentimiento que comienza y acaba en la propia persona, fomentando el individualismo espiritual. El beato Manuel Domingo y Sol expresó muy bien el carácter social de la fe y de la religión con aquella frase suya tantas veces citada: “No estamos destinados a salvarnos solos”.

Es cierto que la religión no se reduce a las prácticas en el templo, pero no es menos cierto que cuando la fe no se alimenta de celebraciones comunitarias, tiende a menguar, a convertirse en sentimentalismo o en pernicioso espiritualismo. En la fe, como en todo, necesitamos los unos de los otros. Necesitamos sentir que creemos en el Mismo, que esperamos en el Mismo, que amamos al Mismo. Y esto ocurre, cuando lo expresamos juntos en las celebraciones comunitarias de la fe, que no pueden ser sustituidas por celebraciones virtuales, pues eso, a la larga, es imposible que alimente la fe de nadie.

Tengo la impresión que, en lugar de acercarnos más a Dios, como ha ocurrido a lo largo de toda la historia en las desgracias colectivas, en esta ocasión ha ocurrido exactamente lo contrario, y las iglesias se nos van quedando vacías. Nos han desaparecido demasiados feligreses de los que eran habituales, y hasta parecían firmes en la fe. De durar esto mucho más, me temo que acabaran desapareciendo muchas costumbres religiosas, que hasta ahora eran sustento de la fe de una parte grande de pueblo.

No, yo no tengo tan claro como Becquer que volverán las oscuras golondrinas de tu balcón los nidos a colgar. Yo no sé lo que va a pasar, eso solo lo sabe Dios; yo solo digo lo que desde la parroquia observo día a día, aunque sigo cierto, por pura gracia, que Dios tiene poder para sacar hijos de las piedras; pero estamos a las puertas de un nuevo curso y, la verdad es que no sé si tengo fuerzas ni ganas para afrontar otro año más de pandemia, ni para gestionar constantemente una pastoral parroquial en situación extraordinaria, cada vez con menos gente dispuesta a dejarse la piel por el Reino de Dios, con menos feligreses en las celebraciones, con menos entusiasmo en los que siguen, en la sensación de soledad y abandono por parte de la institución (ella misma desnortada y “rara”),  y sin saber muy bien a dónde vamos ni a lo que vamos.

Ojalá y yo me equivoque, y vuelva de nuevo la primavera, y con ella las golondrinas, aunque no sean aquellas que aprendieron nuestros nombres… porque esas no volverán.

Juan Manuel Miguel Sánchez

miércoles, 18 de agosto de 2021

UNA GRAN SEÑAL APARECIÓ EN EL CIELO, UNA MUJER VESTIDA DE SOL, CORONADA DE ESTRELLAS, CON LA LUNA BAJO SUS PIES

 

La imagen de la Inmaculada Peregrina, bendecida en Éfeso, y que comenzó su recorrido por los principales santuarios marianos de España en el Pilar de Zaragoza a primeros de mayo, después de haber hecho en las semanas pasadas el “Camino de Santiago”, llegó al Santuario de las Cruces de Don Benito en la tarde del 17 de agosto, procedente de la Codosera, donde están celebrando, con un año jubilar, el LXXV aniversario de las apariciones de Chandavila.

Numerosos fieles se habían congregado en la ermita de las Cruces, paraje encantador del campo extremeño, a la falda de la Sierra de Ortigas, para dar la bienvenida a Ntra. Sra. recibida con emoción en el exterior del cuidado recinto que acoge a la patrona de nuestra ciudad.

En medio de aplausos y cantos la imagen entró en el santuario, donde miembros de la Hermandad de Ntra. Sra. de las Cruces le dieron la bienvenida, ratificada con las notas del popular himno “Virgen querida, tu fiel Don Benito…”

Seguidamente, en procesión sobre el suave y fresco césped, entre cánticos mariano, la Virgen circundó la ermita para dirigirse al altar “de campaña”, donde tuvieron lugar las celebraciones, al aire libre, que nos regaló una brisa reparadorade agradecer en medio del calor veraniego.

El rezo del Santo Rosario, precedió a la celebración de la Santa Misa, que presidio el párroco de Santiago; concelebraron el párroco de Santa María, el padre José Antonio Cabero (cmf) y Don Luciano Alberca, capellán del Hospital Comarcal.

Al finalizar la Santa Misa se ofrecieron a la Virgen varios presentes: Un ramo de flores, el escudo de Don Benito, en cerámica, la medalla de la Hermandad de la Virgen de la Cruces y un simbólico cuadro alusivo al peregrinar de la Inmaculada por España.

La Hermandad de la Cruces hizo de perfecta anfitriona del gran acontecimiento que supone la visita de la Inmaculada de Éfeso, y lo preparó todo a la altura de la circunstancia. Nuestra enhorabuena por ello.

Tras los actos en la Cruces, según lo previsto, la Virgen fue trasladada en automóvil al convento de las carmelitas descalzas, ya en la ciudad, donde llegó un poco mas tarde de las diez de la noche, entrando en la iglesia, llena de fieles según el aforo, entre cánticos y el tañer de las monjiles campanas, en medio de nuevo de la emoción de los fieles congregados. Don Juan Manuel dio, en nombre de la comunidad, la bienvenida a la Stma. Virgen, rezándose a continuación el Santo Rosario.












A las 11 de la noche, como estaba anunciado, comenzó la vigilia de oración con la exposición del Stmo. Sacramento, tiempo de silencio, adoración y alabanza, y la recitación del “Oficio de Lecturas”, que fue el propio de la Inmaculada, a excepción de la lectura “patrística” , tomada para esta ocasion de la homilía pronunciada por San Juan Pablo II en el Pilar de Zaragoza en su primer viaje pastoral a España. Hermosa vigilia vivida en un silencio y fervor que se palpaba en el ambiente. Fue presidida por Don Francisco Torres, párroco de Aldeanueva de la Vera. Finalizaron estos actos con el canto de la “Salve Regina”.

En el silencio y la intimidad de la noche, la comunidad de MM. Carmelitas ha velado a Ntra. Sra. intercediendo por las intenciones de la iniciativa “Ven Madre", que están, tan bien expresadas, en la oración oficial de la peregrinación: ¡Madre, Ven! Haz valer tu amor de Madre, y tu poder de Reina, y alcánzanos de tu Divino Hijo un corazón semejante al suyo que encienda nuestros corazones en el fuego del amor de Dios para que no caigamos en las asechanzas del demonio, enemigo de nuestras almas, defendamos firmemente la Verdad y seamos siempre fieles a Jesucristo, a quien pedimos cumpla sin tardar su promesa de reinar en nuestra Patria y llegue pronto el triunfo de tu Inmaculado Corazón.















Ya en la mañana del miércoles 18, Don Juan Manuel, Don Alfonso Raúl Masa, vicario parroquial de Santiago, y Don Antonio David Santos, concelebraron la Santa Misa “de despedida” , asistidos en el altar por Javier Sandez y Diego V. García de León.

En su homilía, Don Juan Manuel, se dirigió a la Inmaculada, pidiéndole las tres gracias a las que había hecho referencia la oración colecta de la misa: Firmeza en la fe, seguridad en la esperanza, y constancia en el amor, para concluir invocando a María como “Madre de esta tierra, que es la de sus amores” para que venga a nosotros el Reino de su Hijo Jesús, y el triunfo de su Corazón Inmaculado.

La misa fue cantada por las monjas y el pueblo en perfecta sintonía de voces amores marianos.

Concluida la liturgia de la Misa, Don Juan Manuel expresó sus gracias a quienes han hecho posible la peregrinación: Carmelitas del Cerro de los Ángeles, Carmelitas de Don Benito, grupo de seglares voluntarios de nuestra ciudad, matrimonio de voluntarios de “Ven Madre”, que han traído la imagen y participantes en general.

Seguidamente tomó la palabra Raquel Parejo, coordinadora del grupo de voluntarios  en nuestra ciudad, y que tanto ha trabajado estos días para tenerlo todo a punto. Dio  las gracias a Dios por esta visita y por las horas vividas, “pocas pero intensas”,  junto a la Inmaculada de Éfeso.

Una vez cantada la Salve, en medio de una contenida emoción que al final de desbordó en lagrimas, agitando pañuelos blancos, bajo una lluvia de pétalos de flores que las monjas hacían caer desde el coro alto, con los versos del canto “Un día al cielo ire…”, en el corazón y en la boca, la blanca y bella imagen emprendió de nuevo su “peregrinación” por las tierras de España, esta vez con destino al Santuario de Ntra. Sra. de la Cabeza en Andujar (Jaén)











“Adiós Señora, adiós, contigo va nuestro corazón”

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No queremos acabar esta crónica sin dar las gracias a todas las redes sociales y medios de comunicación locales que se han implicado en la difusión de este acontecimiento, y que han hecho posible que personas de núcleos del entorno hayan podido participar con nosotros en esta visita de la Madre común. Lo que nos extraña es que un acontecimiento de esta importancia, con gran relevancia en las diócesis por donde pasa, pues son muchos los obispo que han participado en los actos, no haya tenido difusión ni promoción en ningún medio diocesano, siendo además Don Benito, la única localidad diocesana por donde ha “peregrinado” la Inmaculada de Éfeso.


Mas informacion:https://www.facebook.com/santamaridb2015/

sábado, 14 de agosto de 2021

EN HOMENAJE DE AMOR A LA VIRGEN EN SU GLORIOSA ASUNCION

 

De la «Mística Ciudad de Dios». 3ra. parte, lib. VIII, cap. 21.

De sor Maria de Jesús de Agreda, mística española del siglo XVII


¿Quién es ésta, que va subiendo cual aurora naciente bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla? (Cant. 6, 9.)

El día tercero que el alma santísima de María gozaba de esta gloria para nunca dejarla, manifestó el Señor a los santos su voluntad divina de que volviese al mundo y resucitase su sagrado cuerpo uniéndose con él, para que en cuerpo y alma fuese otra, vez levantada a la diestra de su Hijo santísimo, sin esperar a la general resurrección de los muertos.

La conveniencia de este favor y la consecuencia que tenía con los demás que recibió la Reina del cielo y con su sobreexcelente dignidad, no la podían ignorar los santos, pues a los mortales es tan creíble que, aún cuando la santa Iglesia no la aprobara, juzgáramos por impío y estulto al que pretendiera negarla.

Pero conociéronla los bienaventurados con mayor claridad, y la determinación del tiempo y hora, cuado en sí mismo les manifestó su eterno decreto y cuando fue tiempo de hacer esta maravilla, descendió del cielo el mismo Cristo nuestro Salvador, llevando a su diestra el alma de su beatísima Madre, con muchas legiones de ángeles y los padres y profetas antiguos.

Y llegaron al sepulcro en el valle de Josafat y estando todos a la vista del virginal templo habló el Señor con los santos y dijo estas palabras: «Mi Madre fue concebida sin mácula de pecado, para que de su virginal sustancia purísima y sin mácula me vistiese de la humanidad en que vine al mundo y le redimí del pecado. Mi carne es carne suya, y ella cooperó conmigo en las obras de la redención, y así debo resucitarla como yo resucité de los muertos, y que esto sea al mismo tiempo y a la misma hora, porque en todo quiero hacer a mi semejante».

Todos los antiguos santos de la naturaleza humana agradecieron este beneficio con nuevos cánticos de alabanza y gloria del Señor. y los que especialmente se señalaron fueron nuestros primeros padres Adán y Eva, y después de ellos Santa Ana, San Joaquín y San José, como quien tenía particulares títulos y razones para engrandecer al Señor en aquella maravilla de su omnipotencia.

Luego la purísima alma de la Reina con el imperio de Cristo su Hijo santísimo entró en el virginal cuerpo y le informó y resucitó, dándole nueva vida inmortal y gloriosa y comunicándole los cuatro dotes de claridad, impasibilidad, agilidad y sutileza, como correspondientes a la gloria del alma, de donde se derivan a los cuerpos.

Con estos dotes salió María santísima en alma y cuerpo del sepulcro, sin remover ni levantar la piedra con que estaba cerrado y porque es imposible manifestar su hermosura, belleza y refulgencia de tanta gloria no me detengo en esto. Bástame decir que, como la divina Madre dio a su Hijo santísimo la forma de hombre en su tálamo virginal y se la dio pura, limpia, sin mácula e impecable para redimir al mundo, así también en retorno de esta dádiva la dio el mismo Señor en esta resurrección y nueva generación otra gloria y hermosura semejante a Sí mismo.

Luego desde el sepulcro se ordenó una solemnísima procesión con celestial música por la región del aire, por donde se fue alejando para el cielo empíreo. Y sucedió esto a la misma hora que resucitó Cristo nuestro Salvador, domingo inmediato después de media noche; y así no pudieron percibir esta señal por entonces todos los apóstoles fuera de algunos que asistían y velaban al sagrado sepulcro.

Entraron en el cielo los santos y ángeles con el orden que llevaban, y en el último lugar iban Cristo nuestro Salvador y «a su diestra la Reina vestida de oro de variedad, como dice David, y tan hermosa que pudo ser admiración de los cortesanos del cielo. Convirtiéronse todos a mirarla y bendecirla con nuevos júbilos y cánticos de alabanza.

Allí se oyeron aquellos elogios misteriosos que dejó escritos Salomón: «Salid, hijas de Sión, a ver a vuestra Reina, a quien alaban las estrellas matutinas y festejan los hijos del Altísimo. ¿Quién es ésta que sube del desierto, como varilla de todos los perfumes aromáticos? ¿Quién es ésta que se levanta como la aurora, más hermosa que la luna, electa como el sol y terrible como muchos escuadrones ordenados? ¿Quién es ésta que asciende del desierto asegurada en su dilecto y derramando delicias con abundancia? ¿Quién es ésta en quien la misma divinidad halló tanto agrado y complacencia sobre todas sus criaturas y la levanta sobre todas al trono de su inaccesible luz y majestad? ¡Oh maravilla nunca vista en los cielos!, ¡oh novedad digna de la sabiduría infinita!, ¡oh prodigio de esa omnipotencia que así la magnificas y engrandeces!».

Con estas glorias llegó Maria santísima en cuerpo y alma al trono real de la beatísima Trinidad, y las tres divinas Personas la recibieron en él con un abrazo indisoluble.


El eterno Padre le dijo: Asciende más alta que todas las criaturas, electa mía, hija mía y paloma mía.

Allí quedó absorta María santísima entre las divinas Personas y como anegada en aquel piélago interminable y en el abismo de la divinidad; los santos llenos de admiración, de nuevo gozo accidental.

El Verbo humanado dijo: Madre mía, de quien recibí el ser humano y el retorno de mis obras con tu perfecta imitación, recibe ahora el premio de mi mano que tienes merecido.

El Espíritu Santo dijo: Esposa amantísima, entra en el gozo eterno que corresponde a tu fidelísímo amor y goza sin cuidados, que ya pasó el invierno del padecer y llegaste a la posesión eterna de nuestros abrazos.

viernes, 13 de agosto de 2021

ESTE ES EL GRUPO QUE BUSCA AL SEÑOR

 

La foto es de ayer, jueves 12 de agosto de 2021. Siete y media de la tarde. Treinta y nueve grados a la sombra. No se mueve ni una brizna de aire. Nadie por la calle. Pero ahí están. Fieles a la cita. Cómo cada jueves y domingo. En una “hora santa”, que enlaza con la misa y se convierte en “hora y media santa” de alabanza, de acción de gracias, de reparación y desagravio… A lo mejor nunca han pensado estas palabras, pero todas se resumen en “estar” en compañía del Amigo; porque con los amigos, aunque no haya grandes conversaciones, o incluso no se diga nada, uno está a gusto. Y esa es la diferencia de estar con un amigo y con quien no lo es; con el que no es amigo el silencio es incómodo, y uno siente la necesidad de romperlo con cualquier frase hecha; por el contrario, con el amigo, el silencio puede ser incluso más elocuente que la palabra. Se nota que están a gusto con el Amigo… y el Amigo con ellos…

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Me preguntan a veces: ¿Y no se va usted de vacaciones? ¿Y cómo? me pregunto yo, solo en una parroquia muy grande.

Sí, ya lo sé; lo fácil sería cerrar unos días en verano la parroquia, suprimir algunos cultos…, porque todos tenemos “derecho” a un cierto “romper la rutina”; es bueno, lo dicen los que de esto saben (aunque yo hace cinco años que no lo hago ni un día, porque alguien, que ni conocía Don Benito, decidió que con un cura había de sobra para una feligresía de unos 12.000 hab. en la segunda población más grande de la diócesis)

Si, ya sé que lo hacen por ahí muchos curas: Parroquia cerrada y punto (que también las diócesis “cierran” en agosto); hace unos días tuve que asistir a un entierro en una parroquia de cierta capital extremeña, con miles de feligreses en su demarcación, según me dijo el párroco, y lo primero que vi en la puerta es un cartel: “Durante todo el verano solo hay misa sábados y domingos”.

Ojalá -pensé- yo fuera capaz de hacer lo mismo. Pero ¿quién soy yo para privar al Amigo, de estos ratos con sus amigos, y a los amigos de estar con su Amigo?

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Siete y media de la tarde del 12 de agosto de 2021. Treinta y nueve grados. Poco a poco el grupo inicial se va incrementando; a las ocho rezamos las vísperas ¡con el móvil! (pues la situación recomienda no repartir las hojitas) y nuestros feligreses están a la última en tecnología aplicada a la liturgia. Oramos por las vocaciones, qué es jueves: “Señor danos sacerdotes, santos y sabios como eres Tú, y vos María, rogad por ellos, para que sean otros Jesús”. Y en la misa ya somos unos cuarenta… en agosto, con 39º.

¿Y voy yo a cerrar la iglesia a los pocos que han quedado fieles?

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Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. (Jn 6, 67-68)

martes, 10 de agosto de 2021

125 ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DE LA PARROQUIA DE SANTA MARÍA DE DON BENITO.

A propósito de una referencia que hice en una homilía a los acontecimientos eclesiales que celebramos este año (Año de San José, Guadalupense, Compostelano, Ignaciano, dominicano…) un atento feligrés, al acabar la Misa, entró a la sacristía a recordarme otro “acontecimiento”, más cercano, del que se cumple este año una fecha redonda: El de la creación de la parroquia (en términos jurídicos, “erección canónica”). Me quedé un poco perplejo, pero enseguida eché cuentas y calculé: Si la parroquia fue erigida en 1896, y estamos en 2021, efectivamente la cuenta sale exacta, 125 años desde aquel mes de julio de 1896 que entró en vigor el “Arreglo Parroquial” que dio a la diócesis la estructura territorial-administrativa que, más o menos, sigue teniendo al día de hoy. El autor de aquel “arreglo” fue el obispo Don Pedro Casas y Souto (1876-1906), controvertida figura del episcopologio placentino, a la vez “martillo del liberalismo y padre de los pobres” -como reza el epitafio de su tumba- pero, sin duda alguna, uno de los más grandes prelados que ha tenido nuestra diócesis. Su nombre alcanzo fama nacional, pues fue también dos veces senador, una por Guipúzcua y otra por el arzobispado de Toledo.

Don Pedro Casas y Souto
Obispo de Plasencia

A su llegada al obispado de Plasencia en 1876, encontró una diócesis en lamentable estado de abandono y desidia, tras siete años de sede vacante. Su pontificado no fue fácil, pues encontró numerosas dificultades en todos los frentes, dentro y fuera de la Iglesia; pero como hombre profundamente religioso y de una fe inquebrantable, puso todas sus virtudes, que eran muchas, al servicio de la iglesia diocesana.

En el año 1891 convocó el IX Sínodo Diocesano, con la finalidad de “hacer frente a los problemas planteados en los difíciles tiempos modernos”. Uno de los frutos de aquel sínodo fue la necesidad de una profunda reestructuración territorial de parroquias y arciprestazgos, pues aún estaban por aplicar en este campo las resoluciones del concordato de 1851. Es cierto que en los pontificados anteriores hubo algunas tentativas de llevarlo a cabo, pero todo quedo siempre en soluciones parciales.

Don Pedro, con gran sentido y celo pastoral, se dio cuenta que las demarcaciones parroquiales, a finales del siglo XIX, no respondían ni mucho menos a las necesidades reales de atención a los fieles. Mientras varios enclaves, de resonancias históricas, mantenían parroquias, prácticamente sin feligreses, otros habían crecido en número de almas, pero seguían manteniendo una única parroquia. Valga de ejemplo, por su cercanía, el de Medellín, que, con unos 1600 habitantes a final del siglo XIX, conservaba sus cuatro demarcaciones históricas (Sta. María del Castillo, Santiago, San Martín y Sta. Cecilia); y Don Benito, con un padrón aproximado en esas mismas fechas de 16.500 habitantes, contaba con una única, la de Santiago.

Solicitado por parte del obispo el informe de los arciprestes y del cabildo catedral, y tras ser aprobado por S.M. la Reina Regente, mediante decreto episcopal de 15 de mayo de 1896, quedaban extinguidas aquellas parroquias consideradas innecesarias, por su exiguo número de feligreses, y se erigían otras nuevas en aquellos lugares con más población, y por lo tantos con más necesidad de atención religiosa.

El “arreglo parroquial” de Don Pedro Casas y Souto, afectó a nuestra ciudad, que ya era cabeza de arciprestazgo desde 1836, y uno de los más grandes núcleos poblacionales de la diócesis con señales evidentes de continuo crecimiento. Se crearon pues, dos nuevas parroquias; una con sede en la antigua ermita de San Sebastián y, otra, la nuestra, en un templo de –entonces-  reciente construcción, levantado gracias a la munificencia de Doña Consuelo de Torre-Isunza y Alguacil Carrasco, que, en su legado testamentario, dejó una fuerte suma para la construcción de dos iglesias en Don Benito, bajo las advocaciones una de Ntra. Sra. del Consuelo (su onomástica) y otra San Juan Bautista (onomástico de su padre). Esta última seria “ascendida” a parroquia casi un siglo más tarde.

Doña Consuelo torre-Isunza y Alguacil Carrasco

La nueva parroquia fue erigida con el simple nombre de “Parroquia de Santa María” (este el verdadero, único y oficial título según el acta de erección canónica), con sede en la iglesia de Ntra. Sra. del Consuelo, conclusa en 1888, pero que, por diversas razones e intereses, se encontraba cerrada y sin uso.

En su obra “Recuerdos y datos históricos de Don Benito”, editada en 1916, D. Pedro de Torre-Isunza describe en estos términos la entonces “nueva parroquia”: “Esta Iglesia de Ntra. Sra. del Consuelo, constituida en parroquia, con el título expresado de Santa María, es una verdadera obra de arte de estilo románico, de piedra de cantería fina con buena torre; compuesto su interior de amplia nave con crucero, proporcionado presbiterio, de dos sacristías, buen coro alto, de donde parten las tribunas con sus balcones volados y lujosos, cuyos lugares son precedidos por escaleras de caracol de gran mérito y coste, las cuales se elevan para terminar y dar acceso a dos buenas azoteas, que a cada extremo lateral hay, dando gran novedad a la obra exterior y comodidad a los que la visitan”.

El arcipreste de Medellín, Don Eduardo Rodríguez Gordillo, en su obra “Apuntes históricos de la Villa de Medellín” (Edición facsimil. 2015), con el minucioso estilo descriptivo que le caracteriza, nos ha dejado también noticia de la construcción de la Iglesia: “Recientemente se han construido dos magníficas iglesias –en Don Benito- una bajo la advocación de Ntra. Sra. del Consuelo, al Norte de la población, y otra al Este, bajo la de San Juan Bautista, ambas preciosas, de muy costosos detalles de ornamentación en retablos, imágenes, ropas, pulpitos y dos escaleras de caracol, que cada una tiene para subir al coro y torre; ambas iglesias costeadas con un millón de reales que para construir cada una, donó en su testamento la menciona Sra. D. María del Consuelo de Torre- Isunza, que murió el año1876”

El nuevo “Arreglo Parroquial” entró en vigor el 1º de julio de 1896 y la nueva parroquia se abrió al culto el martes 7 de julio del mismo año, siendo su primer párroco Don Tomas Sánchez Hernández.

Desde entonces hasta hoy han pasado ciento veinticinco años. Ciertamente no puede presentar nuestra parroquia el “curriculum” de otras con muchos siglos de existencia a sus espaldas. Pero desde su fundación, con el paréntesis obligado de julio de 1936 a julio de 1938, ha sido, para una amplísima colación de la ciudad de don Benito, la “Fuente de la Aldea”, como el papa San Juan XXIII gustaba definir la parroquia, seguramente recordando la fuente de la plaza de su pueblo, donde los vecinos acudían a buscar el agua que purifica y refresca, preciosa imagen de la gracia santificante que, en la parroquia, se distribuye especialmente por medio de los sacramentos, de la predicación sagrada, de la catequesis y de la acción caritativa.


Quienes hoy formamos la parroquia de Santa María en Don Benito, nos sentimos felices de poder celebrar este 125 aniversario, dando gracias a Dios por la acción fecunda y evangelizadora de nuestra parroquia a lo largo de todos estos años. Somos conscientes que formamos parte de una larga cadena de sacerdotes y fieles laicos que en estos años han caminado juntos, haciendo Iglesia, y entre todos hemos construido una hermosa y viva realidad. Nuestro deseo es seguir transmitiendo la fe, con la misma fidelidad y compromiso con la que la vivieron los que nos han precedido, con la esperanza, cierta y confiada, de que otros recogerán el testigo de que Santa María siga siendo, para el que quiera buscarla, la “fuente de la aldea”.


HIMNO DE LA PARROQUIA DE SANTA MARÍA

Letra y música: Rosario Pinto García Mora

Madre nuestra, Santa María,

con tus manos abiertas a Dios.

Madre nuestra, Santa María,

¡Tu parroquia presenta al Señor!

 Mientras todos vamos caminando

Que esta grey siempre mire hacia ti.

Seas tú, nuestro modelo

Y decirle a Jesús siempre si.

Seas tú, nuestro modelo

Y unidos a tu Hijo vivir.

 Madre nuestra, Santa María...

Siendo hermanos, somos peregrinos

De este mundo hasta el celestial.

Con tu ayuda y tu consuelo

El camino más corto se hará.

Con tu ayuda y tu consuelo

La esperanza aquí reinará.

 Madre nuestra, Santa María...


sábado, 7 de agosto de 2021

¿Y NO MERECERÍA LA VIRGEN DE GUADALUPE LA ROSA DE ORO?


La revista “GUADALUPE”, en su número 874 del presente año 2021 en su pág. 7 recoge la “Carta del Papa Francisco a los obispos y fieles que suben a Guadalupe”, y que es respuesta a la carta de invitación que le dirigieron a Su Santidad el Arzobispo Primado, y los obispos de la provincia eclesiástica de Mérida- Badajoz, para visitar Guadalupe con motivo del Año Jubilar que se está celebrando. Ilustra la carta un fotomontaje en el que aparece el Santo Padre ofreciendo una rosa natural, blanca, al venerable icono de Santa María de Guadalupe, enmarcada en el trono regio de su camarín.

Me ha gustado; y he pensado: ¿Y por qué el Papa Francisco no hace realidad ese montaje fotográfico enviando la “Rosa de Oro” a la Reina de la Hispanidad? ¿Que qué es la “Rosa de Oro”? Es una especie de “condecoración” muy antigua (creada en 1049) que los Romanos Pontífices enviaban a personalidades preminentes de los estados, que se habían distinguido por sus servicios a la Iglesia. Más tarde fue reservada como un obsequio devoto de los Papas a aquellas imágenes de la Santísima Virgen más celebres, por la extensión de su culto y devoción de los fieles. Que yo sepa, en España solo tieneesta distinción Ntra. Sra. de la Cabeza de Jaén, que congrega cada abril, una de las mayores peregrinaciones marianas de España.

¿Y por qué no también Ntra. Sra. de Guadalupe, que es la Virgen de la Hispanidad, del descubrimiento y evangelización de América, hasta cuyo santuario en las Villuercas llegó como peregrino nada menos que San Juan Pablo II, que evocó junto a ella un tema tan de actualidad y tan presente en el magisterio de Francisco como es el de la emigración?

La “Rosa de Oro” sería un vínculo más de unidad de Guadalupe a la Sede de Pedro, unido a la condición de basílica menor, al viaje apostólico de San Juan Pablo II y a la concesión del jubileo perpetuo.




jueves, 5 de agosto de 2021

APROVECHANDO EL VERANO

Aunque el verano supone un cierto “descanso” de algunas actividades, esto no quiere decir, sin embargo, que la parroquia esté “parada”, pues es un tiempo propicio para poner al día muchas cosas, entre ellas las necesarias obras para mantener el templo parroquial en las mejores condiciones de uso.


Así, en las pasada semanas, se instaló en el óculo del coro una nueva vidriera, pues la anterior se encontraba muy deteriorada (tanto que al retirarla se desplomó del todo). El motivo que la decora es el Nacimiento del Señor, y la idea es que, iluminada adecuadamente, forme parte de la decoración de la fachada de la iglesia en las fiestas de Navidad, a las que tanto realce nos gusta dar. Ya saben que todos los años la fachada se ilumina, a cargo de la parroquia, contribuyendo así a la ambientación navideña de Don Benito, en este barrio en el que no hay ninguna decoración especial.

La vidriera es obra del taller “Licenciado Vidriera” de Madrid, y está realizada con cristales emplomados y coloreados en la forma tradicional. El importe ha sido de 2500 €, sufragados por un feligrés, no suponiendo ningún gasto a la parroquia.

El campanario también necesitaba algún “retoque”, pues los martillos que hacen sonar las campanas,  tenían muchos toques a sus espaldas, y en los días del confinamiento uno dejo de funcionar sin posible arreglo. Por eso se han cambiado por otros nuevos. Se nota una mayor calidad y nitidez en el sonido de las campanas. La obra ha corrido a cargo de “Campanas Rivera”, de Montehermoso, que son los encargados habituales del mantenimiento de las campanas. El importe asciende a 1750 €

También en el presbiterio, aprovechando que uno de los focos se había fundido, se ha aprovechado para cambiar los antiguos alógenos por luz led, que, según dicen, supone un ahorro económico y una contribución al medio ambiente. 

La altura no fue óbice para que los operarios escalaran hasta las alturas de la cornisa y cumplieran perfectamente su misión, como podéis ver en la fotografía.

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Queda pendiente para septiembre, la limpieza de las cubiertas todos los años deterioradas por la acción de las aves, especialmente de las cigüeñas, y la reparación del chapitel de la torre, pues a los pocos días de reponer las tejas, que se llevó una racha de fuerte viento en diciembre de 2019, otra, a los pocos días, volvió a producir el mismo efecto.

Todo esto se puede llevar a cabo gracias a la generosidad de los feligreses, que por medio de la colecta de los domingos, o de donativos extraordinarios, colaboran de forma admirable al mantenimiento del templo parroquial. A todos ellos muchas gracias.