La revista “GUADALUPE”,
en su número 874 del presente año 2021 en su pág. 7 recoge la “Carta del Papa
Francisco a los obispos y fieles que suben a Guadalupe”, y que es respuesta a
la carta de invitación que le dirigieron a Su Santidad el Arzobispo Primado, y los obispos
de la provincia eclesiástica de Mérida- Badajoz, para visitar Guadalupe con
motivo del Año Jubilar que se está celebrando. Ilustra la carta un fotomontaje
en el que aparece el Santo Padre ofreciendo una rosa natural, blanca, al
venerable icono de Santa María de Guadalupe, enmarcada en el trono regio de su
camarín.
Me ha gustado; y he
pensado: ¿Y por qué el Papa Francisco no hace realidad ese montaje fotográfico
enviando la “Rosa de Oro” a la Reina de la Hispanidad? ¿Que qué es la “Rosa de
Oro”? Es una especie de “condecoración” muy antigua (creada en 1049) que los
Romanos Pontífices enviaban a personalidades preminentes de los estados, que se
habían distinguido por sus servicios a la Iglesia. Más tarde fue reservada como
un obsequio devoto de los Papas a aquellas imágenes de la Santísima Virgen más
celebres, por la extensión de su culto y devoción de los fieles. Que yo sepa,
en España solo tieneesta distinción Ntra. Sra. de la Cabeza de Jaén, que
congrega cada abril, una de las mayores peregrinaciones marianas de España.
¿Y por qué no también
Ntra. Sra. de Guadalupe, que es la Virgen de la Hispanidad, del descubrimiento
y evangelización de América, hasta cuyo santuario en las Villuercas llegó como
peregrino nada menos que San Juan Pablo II, que evocó junto a ella un tema tan
de actualidad y tan presente en el magisterio de Francisco como es el de la
emigración?
La “Rosa de Oro” sería un
vínculo más de unidad de Guadalupe a la Sede de Pedro, unido a la condición de
basílica menor, al viaje apostólico de San Juan Pablo II y a la concesión del
jubileo perpetuo.
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