CATEQUESIS PARA LOS VIERNES DE CUARESMA

Hemos recorrido ya mas de la mitad del camino cuaresmal hacia la Pascua

Es buen momento para preguntarse ¿como estoy viviendo la cuaresma?

Estos últimos días son el tiempo a propósito para acercarse al sacramento de la penitencia. No lo retrases.

1.- Haz un buen examen de conciencia. En este mismo medio tienes excelentes modelos que te servirán de ayuda para examinar la conciencia delante de Dios con seriedad y claridad.

http://www.devocionario.com/varias/confesion_1.html

https://www.aciprensa.com/recursos/examen-de-conciencia-1927/

2.- Busca luego los horarios de confesiones en las parroquias. En la mayoría -como es el caso de la nuestra- el sacerdote está en el confesionario media hora antes de la misa, o suele haber estos días celebraciones penitenciales. Pregunta. Informate. Mira el tablón de anuncios.

3.- Acércate al confesionario.

Saluda al confesor con el tradicional "Ave María Purísima"

Añade alguna frase de arrepentimiento, por ejemplo "Tu Señor lo sabes todo, sabes que te quiero" o "Padre, perdóname porque he pecado"

4.- Manifiesta luego aquellas cosas en las que has pecado. Hazlo con sencillez, brevedad, claridad y concisión.

El sacerdote después de exhortarte a una vida cristiana te impondrá una "penitencia" y te dará la absolución: Yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

De esta manera sencilla Dios otorga su perdón a quien, arrepentido y con un sincero propósito de la enmienda, recibe este sacramento. No dejes de hacerlo

EL SANTO CURA DE ARS HABLA SOBRE LA CONFESIÓN

¿Por qué no somos capaces de beneficiarnos más del sacramento de la penitencia? Porque no buscamos todos los secretos de la misericordia del Buen Dios, que no tiene límites en este sacramento.

Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo. Se podría decir que desclavamos a Nuestro Señor de la cruz.

Algunos se suenan las narices mientras el sacerdote les da la absolución, otros repasan a ver si se han olvidado de decir algún pecado...

Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa: que la sangre del Buen Dios corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo.