Así
parecen algunas iniciativas de secretariados y delegaciones que llegan de
cuando en cuando al despacho parroquial, y que dan la impresión que con ellas cada uno pretende justificar la necesidad de su
existencia, y los gastos que generan a la economía diocesana, que no son
precisamente pocos.
Un ejemplo: Convocar
a colectivos a nivel diocesano para participar en una hora de “charla”, y media
de adoración al Santísimo, a kilómetros (para algunos, como nosotros, cientos) de sus lugares de residencia parece, cuando menos, un despropósito o, simplemente,
“ladrar”
para que sepan que cabalgamos.
¿De
verdad alguien piensa sensatamente que en una diócesis con más de doscientos cincuenta kilómetros
de norte a sur, una práctica que suele ser común en todas las parroquias o arciprestazgos como es
una tarde de retiro de cuaresma, es lo mas adecuado, conveniente y pastoral que ofrecer para
toda la diócesis desde una delegación, secretariado, consejo o lo que sea? ¿De verdad merece la pena poner a la gente en camino para
participar en lo mismo que tienen a pocos metros de su casa? ¿No sería mas adecuado -digo yo- invitar a esos colectivos a vivir la cuaresma, usando de los medios que ofrecen sus parroquias, o a tener ellos mismos la iniciativa de organizarlos como hacen en varios lugares de la diócesis?
Aunque
solo sea por austeridad cuaresmal, desde la Iglesia debiéramos alguna vez poner en práctica
la tan llevada y traída espiritualidad ecológíca de Laudato Si, por lo menos con los sencillos gestos de ahorrar gasolina en
desplazamientos innecesarios, evitando el desperdicio de papel en lujosas propagandas que acaba en la basura, y al obispado gastos en correo. Es una opinión.
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