Desde el pasado domingo, como estaba mandado.
Del blog de Don Jorge González Guadalix, reproducimos este texto con el que coincidimos plenamente:
Desde que llegó a la
parroquia la nueva edición del misal romano, allá por diciembre, he de decir
que lo he venido leyendo y hojeando con mucha frecuencia para conocer esta
edición, familiarizarme con los textos y repasar las rúbricas.
Vaya por delante lo
grato de la encuadernación y presentación. Es de esos libros amables para el
tacto, buena letra, cuidada edición y apertura cómoda, que no siempre. Las
pestañas cuidadísimas, aunque uno tiene que echar un rato para aprenderse bien
cada cosa.
Me pareció necesario
dedicar una buena parte de la homilía dominical a su presentación. Hablamos
mucho de moral: pecado y no pecado, lo que debemos o no debemos hacer. Algo
menos de dogma: quien es Dios, quién es Cristo, la Iglesia, los sacramentos… y
muy poquito de liturgia. Ayer me dije: esta es la mía. Y la mía consistió en
llevarme el nuevo misal al ambón y presentárselo al pueblo. (...)
Quise explicar a la
gente lo que es un misal, por qué se utiliza, su contenido en textos y
rúbricas, algo de historia, especialmente una palabra de los misales de San Pío
V y del beato Pablo VI, e invitarles a acoger el misal con afecto,
agradecimiento y humildad, porque nos pudiera pasar que nos creyéramos más
listos que los demás y así llegáramos a la conclusión de que el misal es
orientativo y que nos permite hacer lo que nos dé la gana según ese espíritu
del Vaticano II que nadie explica pero algunos conocen a la perfección.
Sencillísimo hacer
entender el “pro multis” si hablas de las palabras originales de Cristo, si
recuerdas cómo en latín siempre fue “pro vobis et pro multis”, señalas que así
se ha celebrado en la Iglesia durante diecinueve siglos y además explicas que
teológicamente es perfecto: Cristo muere por todos, pero no todos quisieron
acoger la redención. Por eso el sacrificio aun siendo por todos, solo fue
beneficio para los muchos que así lo acogieron. A alguien he escuchado indicar
que para no hacer lío a la gente es mejor decirles que es que en tiempos de
Jesús por muchos quería decir por todos.
Eso es engañar al
personal y menospreciar las entendederas del pueblo de Dios.
Dicho esto, recordé
algunas de las rúbricas que, aun siendo conocidas, tenemos un tanto
descuidadas. No lo de ponerse en pie en el “orad hermanos”, que eso lo hacemos
de siempre, pero sí volver a recordar la importancia de arrodillarse en la
consagración y ser sobrios en el rito de la paz. La gente escucha, tanto que
ayer, en la misa de la tarde, en el momento de la consagración, solo estaba de
pie el señor Juan, que acude a misa con dos bastones ortopédicos. La iglesia
prácticamente llena y toda la asamblea de rodillas. Impactante.
Estoy haciendo el
esfuerzo de ir leyendo despacito las rúbricas, que uno, sin ser del todo
consciente, acaba cogiendo pequeños vicios. Propósito de enmienda desde ya.
Muy contento. La gente
también. Apenas una persona que, por iluminación especial del Altísimo me dejó
claro que cambiar lo de “por todos los hombres” a “por muchos” es una
barbaridad, aunque lo diga el papa de Roma. Pero eso tiene mal remedio.
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