sábado, 29 de febrero de 2020

QUINTO DOMINGO DE SAN JOSÉ



Custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de  Dios hecho hombre, glorioso San José: cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en vuestra huida a Egipto, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con vos al mismo Dios, y viendo derribados los ídolos de Egipto.

Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos, y muramos gozosos en su amor.



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