Ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San José: la sangre preciosísima que el redentor derramó en su circuncisión os traspasó el corazón, pero el nombre de Jesús, que entonces se le impuso, os confortó, llenándoos de alegría.
Por este dolor y por este gozo, alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos con el santísimo nombre de Jesús en el corazón y en los labios.
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