Te copio una copla popular que hace siglos rezaban los
cristianos con frecuencia, para que ahora se la digas a Ella:
"No, no temo nada; no temo a mis pecados, porque
puedes remediar el mal que me han causado; no temo a los demonios, porque eres
más poderosa que todo el infierno; no temo a tu Hijo, justamente indignado por
mí, porque se aplacará con una sola palabra tuya. Sólo temo que por mi culpa
deje de encomendarme a Ti y así me pierda".
¡Qué seguridad! ¡Y qué lógico! Si yo no le dejo, Ella no
me dejará. Lo único que puede darnos miedo es dejar de rezar y alejarse de
María.
Madre mía, hoy acaba el mes dedicado a Ti. Tenme siempre
cogido de tu mano. Cuídame cada día hasta el día de mi muerte. Y así vaya al
cielo, donde ya poder estar contigo por los siglos. Amén.
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