Nuestra Señora de las Angustias, patrona de Navalmoral de la Mata
Santo Domingo predicó mucho el rezo del Santo Rosario.
Cuenta una biografía suya que un día le llevaron un pobre hombre endemoniado.
El Santo puso el rosario que llevaba en el cuello de este hombre y después
preguntó a los demonios que le poseían:
- De todos los Santos del cielo, ¿cuál es el que más
teméis?
Los demonios se negaron a responder, debido a que había
mucha gente delante y no querían revelar en público a quién tenían miedo. Como
Santo Domingo insistió, una y otra vez, al final contestaron en voz alta:
- La Santísima Virgen; nos vemos obligados a confesar que
ninguno de los que perseveren en su servicio se condenará con nosotros; uno
solo de sus suspiros vale más que todas las oraciones, las promesas y los
deseos de todos los santos. Muchos cristianos que la invocan al morir y que
deberían condenarse, según las leyes ordinarias, se salvan por su intercesión.
Si no se hubiera opuesto a nuestro esfuerzo hace mucho tiempo que tendríamos
derribada y destruida a la Iglesia entera. Santo Domingo hizo rezar el rosario
a todo el pueblo, y al fin los demonios salieron del hereje, dando aspavientos.
¡Qué suerte ser tu hijo, María! Ahora sí que digo con
toda paz que no tengo miedo a nada ni a nadie. Pero sí a una cosa: a vivir sin
Ti, como si fuese huérfano. Encárgate Tú, por favor, de que eso no suceda, y ya
está. ¡Gracias, Madre mía!
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