Son nueve días dedicados a orar especialmente por la almas (=animas) de nuestros difuntos.
En nuestra parroquia hacemos esta novena del 2 al 10 de noviembre, y consiste fundamentalmente en ofrecer la Santa Misa de las ocho de la tarde por ellos, con el rosario previo y un responso final.
Cada tarde agrupamos a nuestros difuntos en nueve grupos:
Día 2 Todos los difuntos
Día 3 Los padres difuntos
Día 4 Nuestros abuelos difuntos.
Día 5 El esposos/as, hijos/as y familiares difuntos.
Día 6 El sacerdote que nos bautizó y los que han sido pastores de nuestra parroquia.
Día 7 Los/as catequistas que nos prepararon para recibir los sacramentos.
Día 8 Los maestros/as que nos formaron como personas.
Día 9 Nuestros amigos y las personas que hemos tratado a lo largo de la vida.
Día 10 Los difuntos que no tienen nadie que ruegue por ellos.
Es bueno orar por los difuntos y una buena costumbre el mandar que se celebre de vez en cuando la Santa Misa por ellos. San Agustín decia: "La flores se marchitan, las lágrima se evaporan, solo permanece la oración".
ANÍMATE Y PARTICIPA ALGÚN DÍA PARA ORAR POR TUS DIFUNTOS,
LAS MISAS "GREGORIANAS"
Las llamadas Misas Gregorianas se aplican durante todo un mes por los difuntos. Tienen su origen en un acontecimiento que el Papa San Gregorio Magno (540-604) refiere en sus Diálogos. Según este texto, San Gregorio tuvo una revelación por la que constataba que un religioso llamado Justo había pasado del Purgatorio a la Gloria gracias a la celebración de la Santa Misa, en la que se pidió por su eterno descanso y el perdón de sus pecados durante 30 días consecutivos. Este hecho se difundió rápidamente, a tal grado que los fieles comenzaron a solicitar la celebración de treinta Misas, en forma consecutiva, con el fin de ayudar a sus difuntos a salir del Purgatorio. Las condiciones para estas celebraciones fueron las siguientes: 1º Las treinta misas debían celebrarse en forma continua, sin interrupción, con excepción del Viernes Santo y debían aplicarse siempre por los mismos difuntos. No era necesario que las celebrara un mismo sacerdote, ni en un mismo altar, ni en memoria de San Gregorio.
La Iglesia siempre ha enseñado que orar por los difuntos es una obra de misericordia y que los fieles podemos ayudar a nuestros difuntos mediante la oración, el sacrificio y, especialmente, por la Santa Misa, sacrificio de Cristo.
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Todos tenemos difuntos, no debemos dejar marchar este mes sin recordarlos y ofrecer oraciones por ellos. La mejor oración es la Misa.
ResponderEliminar¡Que bonita frase la de San Agustín! Tiene toda la razón, la oración, la Misa, es lo mejor que podemos ofrecer a nuestros difuntos.
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