Coincidiendo
con los primeros días del pontificado del Papa Francisco, expusimos (y al decir "expusimos" no empleo un plural mayestático reservado al Romano Pontífice, sino que me refiero a que entonces lo hicimos los dos sacerdotes que estábamos en la parroquia) en nuestra
iglesia parroquial una sencilla lámina de Ntra. Sra. desatadora de nudos que había servido como apoyo en una homilía sobre la intercesión de la Stma. Virgen.
En los pasados días, aprovechando la mucha concurrencia al triduo de San Judas, esta estampa ha sido sustituida por un cuadrito de mayor calidad, enmarcado en un vistoso tríptico, y todo adecuadamente iluminado.
En los pasados días, aprovechando la mucha concurrencia al triduo de San Judas, esta estampa ha sido sustituida por un cuadrito de mayor calidad, enmarcado en un vistoso tríptico, y todo adecuadamente iluminado.
El
motivo de esta “mejora”, si así puede llamarse, ha sido la devoción “in crescendo” con la que
el pueblo fiel ha ido rodeando esta advocación tan querida del Papa Francisco,
y en torno a la cual, desde el primer día de su exposición, fueron apareciendo
de manera espontánea, a modo de original y permanente súplica, cintas de
múltiples colores con uno o mas nudos que hoy forman varios manojos.
Puede
decirse que, junto a San Judas Tadeo, la Virgen desatadora de nudos, es
una devoción ya popular en la parroquia.
Desde
mis años de seminario conocía esta advocación de la Virgen. Nuestro querido y
recordado director espiritual don Justo López Melús, tan amante de salpicar con
anécdotas ejemplares sus conferencias espirituales de los viernes, hizo
referencia en algunas ocasiones a “un cuadro de una iglesia de Ausburgo en Alemania donde aparece la Virgen desatando una cinta
con nudos que significan los obstáculos que entorpecen el continuo fluir de la
gracia de Dios...” Años mas tarde, estando destinado en Navalmoral de la Mata , una mañana, mientras
hacia mi oración diaria en la ermita de “Las Angustias”, una señora se acercó
para entregarme una hojita de papel, impresa a una sola tinta de color verde con
Ntra. Sra. “desatadora de nudos” y una oración. Según me dijo ella era de
Argentina, y en su parroquia de Buenos Aires tenían mucha devoción a esa
imagen. Al tiempo que la guardaba entre las hojas de la salmodia junto a otras
tantas estampas, recordé que era aquel
cuadro alemán de las charlas de don Justo.
Y mira
por donde, recién elegido Papa el cardenal Bergoglio, en una de sus primeras
comparecencias, apareció junto a un hermoso cuadro de la Virgen desatadora de nudos,
devoción de la que luego supe él había sido el propagador en Buenos Aires,
llevando desde Alemania las primeras estampas a la parroquia de San José de
Talar, de donde procedía la que yo tenía –y tengo aun- en mi breviario.
La
imagen de Nuestra Señora Desatanudos es un cuadro pintado por Johan Schmittdner
en el año 1700. El pintor recibió un pedido particular, retratar a la Virgen
con determinadas características. El pedido viene del sacerdote Hieronymus Von
Langenmantel, a cargo de la iglesia de Saint Peter am Perlach, en Ausburgo. El
sacerdote quería regalarle aquella virgen a un pariente suyo de la nobleza,
quien estaba en crisis con su esposa.
En
el mismo puede verse a María rodeada de Ángeles protegida por la luz del
Espíritu Santo en el símbolo de una paloma sobre su cabeza. Se encuentra de pie
pisando la cabeza de una serpiente. Un ángel a su izquierda le alcanza las
cintas anudadas y otro ángel a su derecha recoge las cintas estiradas, sin
nudos. Abajo del cuadro puede apreciarse a un hombre caminando a oscuras guiado
por la compañía de un ángel, representa a San Rafael guiando en su camino a
Tobías en su viaje.
La advocación de María desatadora de nudos tiene una clara referencia a los problemas humanos que se simbolizan como energías que atascan el normal flujo de comunicación entre Dios y los humanos, representados en las cintas que la Virgen desata y destraba con ayuda de los ángeles.
J.M
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