Siempre me ha
gustado que el “tablón de anuncios” de la parroquia sea un fiel reflejo de la
vida parroquial y que, de un simple vistazo, quien entra a la iglesia tenga información de
la vida eclesial en todos los niveles. ¿Qué trabajo cuesta tener de forma bien
visible por lo menos el horario de las misas? Los habituales lo conocen, pero
no es infrecuente que pasen forasteros “buscando” una misa. Y esto es solo un
botón de muestra. A cuantos eventos que organizamos no acude la gente,
simplemente porque no estaba anunciado en ningún sitio. A Mons. Gea Escolano,
obispo que fue de Mondoñedo-El Ferrol, le oí decir en una ocasión que cuando
llegaba a una parroquia en visita pastora hacía la primera “radiografía” de la parroquia
por el tablón de anuncios.
Lo mismo decir de
la “mesita de propaganda”. Cuanto bien hacen revistas, estampas, propaganda… en
definitiva, lo que siempre se llamó, en sentido amplio “buena prensa”. Por eso me
gusta mucho, y coincido plenamente con el artículo que publica en su blog Don
Jorge González Guadalix, sacerdote madrileño, párroco de Beata Ana Mogas que
aquí comparto.
CARTELERAS PARROQUIALES. VIENDO LA CHOZA SE VE EL MELONAR
CARTELERAS PARROQUIALES. VIENDO LA CHOZA SE VE EL MELONAR
La primera impresión que uno se lleva de una casa es el
vestíbulo. Si lo encuentras con las correspondencia de los últimos seis meses,
dos plantas secas, un cenicero lleno hasta arriba y tres bolsas de basura,
perfectamente puedes imaginar el interior. No hace falta más. Como dice un
amigo mío “en viendo la choza
se ve el melonar”.
La primera impresión de una parroquia la damos con el atrio, donde solemos tener colocadas las carteleras de anuncios y generalmente unas mesitas con propaganda, folletos
e informaciones. Pues pasa lo mismo, que en viendo la choza se ve el talante de
esa parroquia.
Cuántas veces no nos pasa que encontramos en las carteleras reliquias
del pasado. Un cartel de la jornada X
de hace seis meses, una hoja amarillenta anunciando algo que ya pasó, las
cuentas de hace dos años, la programación aún de semana santa, anuncios de
clases de yoga, reiki y sanación interior y tres o cuatro ofertas de trabajo que
vaya usted a saber.
Las mesitas de la entrada con informaciones varias, más de
lo mismo. Los folletos del domund aunque estemos en febrero, unas hojas de cantos sobrantes de hace un mes, estampitas varias que
va dejando la gente, la
oración a San Apapucio de
Arriba para pedir novio y las
últimas revelaciones de Nuestra Señora en el lentisco de Villatempujo invitándonos al rezo del rosario.
Evidentemente todo eso sin orden ni concierto, así, en plan desparrame general.
Pues vaya parroquia y vaya abandono. Es que ya entras con desgana. Viendo todo eso lo normal es
que los manteles lleven sin cambiarse meses y meses, las vinajeras acumulen
mugre de dos años litúrgicos y los purificadores hayan alcanzado tanta solera
que casi caminen juntos.
Ya. Ya sé
que no hay que fijarse en lo externo y que juzgar por apariencias es una
barbaridad. Todo lo que queramos. Pero si estoy buscando una persona para
ayudar en la limpieza de la casa y me aparece alguien oliendo a humanidad, con
tres lamparones en la ropa y una cabellera coleccionista de especímenes varios,
pues como que no. Cosas de algunos que somos así de raros.
No cuesta demasiado una
vez por semana dedicar tiempo a revisar las carteleras de anuncios. Salvo algo muy excepcional, EN JAMÁS
DE LOS JAMASES carteles de eventos pasados, hojas rotas o descoloridas,
anuncios de espontáneos. Un anuncio raro en una cartelera parroquial te hace
cómplice. Hay que estar ojo avizor.
Digo lo mismo de las mesitas de entrada a los templos. Para ellas
pido, en primer lugar “orden y
concierto”, es decir, que lo que esté colocado sobre ellas se ordene
periódicamente, ya sabemos que la gente al colocar folletos los mueve, y que
los niños hacen su trabajo. Es necesario también una renovación del material
como en el caso de las carteleras (¿qué pintan aún los folletos de la campaña
de Navidad?) y estar muy, PERO
QUE MUY ATENTOS a las cosas que dejan los espontáneos.
En nuestra parroquia, por principio, estampas, folletos y
demás, sin problemas siempre y cuando sean de cosas aprobadas por la Iglesia. Es decir, que si nos dejan unas estampas de San Josemaría,
el anuncio de unas catequesis neocatecumenales en la parroquia de al lado, o la
revista de San Antonio, pues perfecto. Otra cosa son las copias de la oración a
San Judas que hay que llevar a siete templos o los textos con los mensajes de
San Venerando a sor Gundisalva allá en el huerto grande, allá donde vivía… Viendo
la choza se ve el melonar.
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