23 febrero
DOMINGO VII TIEMPO ORDINARIO
LA MISA EXPLICADA PASO A PASO
EL ACTO PENITENCIAL
Es un momento no destinado principalmente a hacer examen de conciencia (eso es mejor hacerlo al final de día), sino a reconocer que la salvación nos viene de Dios.
Este espíritu continúa en cierto modo en la triple invocación a Cristo, el Señor, pidiéndole que tenga piedad de nosotros: Señor ten piedad, Cristo ten piedad, Señor ten piedad.
Gritaba el ciego Bartimeo: ¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí! (Mc 10,47); y 1e curó. El padre de un chaval endemoniado le ruega: ¡Si algo puedes, ayúdanos, ten piedad de nosotros! (Mc 9,22); y le curó. Sólo Dios les podía curar. Y como ellos no tienen nada con lo que "comprar" ese favor a Jesucristo, le piden que se lo haga por compasión, por misericordia, por amor y pena. Con la misma actitud debes suplicar con voz alta y fuerte: ¡Señor, ten piedad!; y te curará. |
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