Toda tierra extraña es
nuestra patria, y toda patria, tierra extraña. Con fe, esperanza y caridad se
avanza por la senda de Dios. Hay que vivir en fe oscura y verdadera, en
esperanza cierta y caridad entera, esperando allá nuestros bienes, viviendo acá
como peregrinos, pobres, desterrados, huérfanos, sin camino y sin nada,
esperándolo allá todo. Y nuestro Todo es el Niño encerrado ahora en el seno
virginal de María, que nacerá para ser uno
de nuestra tierra, de nuestro barrio, de nuestra comunidad. El es nuestro
tesoro, por El lo arriesgamos todo y ¡qué hermoso es este riesgo!
Oh Adonai, Pastor de la
Casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí
le diste tu ley, ven a librarnos con el poder de tu brazo.
V/ Cielos, enviad vuestro rocío.
R/ Ábrase la tierra y germine al Salvador. 3
Oremos. Despierta, Señor,
nuestros corazones para preparar los caminos de tu Unigénito, a fin de que con
su venida podamos servirte con mente pura y sincera. Por El que vive y reina por
los siglos de siglos. Amén
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