La milenaria tradición
de la Iglesia siempre vio en el Nacimiento del Redentor el misterio más
profundo del gozo y la alegría. Una de las homilías más bellas y universalmente
celebradas del Papa San León Magno, doctor de la Iglesia así lo dice:
“Nuestro Salvador, amadísimos hermanos, ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa”
Esa alegría la expresamos en el mundo católico de muchas maneras, entre ellas con los adornos especiales de estos días. También nuestra iglesia parroquial luce así de hermosa y alegre en la Navidad, como expresión exterior de un gozo grande que llevamos en el alma y que queremos compartir con vosotros.
“Nuestro Salvador, amadísimos hermanos, ha nacido hoy; alegrémonos. No puede haber, en efecto, lugar para la tristeza, cuando nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa”
(San León Magno, Sermón 1 En la Natividad del Señor, 1.3: PL 54, 190-193)
Esa alegría la expresamos en el mundo católico de muchas maneras, entre ellas con los adornos especiales de estos días. También nuestra iglesia parroquial luce así de hermosa y alegre en la Navidad, como expresión exterior de un gozo grande que llevamos en el alma y que queremos compartir con vosotros.
GRATITUD
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