miércoles, 27 de abril de 2016

MILAGRO EUCARÍSTICO EN POLONIA.


A veces Dios permite fenómenos extraordinarios para fortalecer neutra fe y dejarnos ver, como en el Tabor, por un momento su gloria y grandeza. Es lo que ha ocurrido en Polonia, donde se ha producido un milagro eucarístico que no hace mas que garantizar nuestra fe católica: Que el pan consagrado es verdaderamente el cuerpo del Señor.



La historia, resumidamente, es esta:

El Obispo de Legnica (Polonia), Mons. Zbigniew Kiernikowski, aprobó el 17 de abril de 2016 la veneración de una hostia sangrante que “tiene las características distintivas de un milagro eucarístico”.
En la Navidad de 2013, una hostia consagrada cayó al piso en la parroquia polaca de Saint Jack, y tras ser recogida, y como ya había tocado la lengua del comulgante, fue colocada en un recipiente con agua para su disolución.  Poco después, aparecieron manchas rojas sobre la Eucaristía.
Mons. Stefan Cichy, entonces Obispo de Legnica, creó una comisión para supervisar la hostia. En febrero de 2014, un pequeño fragmento fue colocado sobre un corporal y pasó por pruebas de varios institutos científicos.
El comunicado médico final del Departamento de Medicina Forense encontró que “en la imagen histopatológica, se encontró que los fragmentos contienen partes fragmentadas del músculo estriado transversal. Es más similar al músculo del corazón”.
Las pruebas también determinaron que el tejido era de origen humano, y hallaron que presentaba señales de sufrimiento.
Mons. Kiernikowski indicó que en enero de este año presentó el asunto a la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano
En el pasado mes de abril, de acuerdo a las recomendaciones de la Santa Sede, el Prelado pidió al párroco de la parroquia de Saint Jack “preparar un lugar adecuado para las Reliquias, de tal forma que los fieles puedan venerarlas”.
Si queréis conocer mas sobre el tema podéis visitar estos sitios:

Los milagros eucarísticos nos tienen que servir para aumentar nuestra fe en la presencia real del Señor en la Eucaristía, y a tratarle mucho mejor en este sacramento, cuidando siempre de recibirle "con pureza" de conciencia" "dignamente preparados",  y también poniendo toda la finura posible en los detalles externos que denotan nuestro amor.




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