Me pasó no ha muchos días en cierto establecimiento local. Dos personas, mientras la dependienta les despachaba, estaban hablando de Cáritas; mal claro; criticando el que “dan a quien no lo necesita” y “ayudan al que menos falta le hace”. Al ver entrar un cura, con educación que les retrata, alzaron el tono de su conversación para que me enterara bien del tema que traían entre manos; yo fijé mi vista en los géneros a por los que iba, como aquel con que el que no va la cosa, a pesar que el tono iba increscendo y era imposible sustraerse a la conversación: “Que si a fulanita le dan y a menganita que tienes menos paro no le dan; que yo sé muy bien que a fulanito que tiene un móvil estupendo le han pagado el recibo de la luz y a mi cuñado que está en silla de ruedas no; que me han dicho de buena tinta que algunos tiran al contenedor las bolsas de lentejas”… Que sé yo…, material de sobra para hacer un libro de las presuntas “injusticias” de Cáritas.
Aunque me estaba haciendo
propósito de “pasar” del tema, al final no me quedó mas remedio que intervenir:
.- “¿Oigan, ustedes
alguna vez han colaborado en algo con Cáritas?”
.- “No”, fue su
respuesta, en tono de triunfo, felices porque sus voces chillonas habían
producido al fin el fruto deseado.
.- “Pues entonces, si
ustedes no han aportado nada, no sé qué prendas les duele lo que hace Cáritas
con los recursos que voluntariamente le entregan sus bienhechores”.
Y añadí:
.- “Por cierto, a Cáritas
le harían falta voluntarios/as como ustedes, tan buenos/as conocedores/as de
las realidades sociales de sus vecinos; las puertas están siempre abiertas a la
colaboración, y yo en nombre de Cáritas les agradecerían que nos asesoraran en
lo que puedan”.
La conversación quedó
cortada de momento, y salieron del establecimiento sin ni siquiera decir “adiós”.
La labor de Cáritas es
silenciosa y muy desconocida aún dentro del entorno de nuestras parroquias;
cierto que la caridad no tiene que tocar trompetas, y que la mano derecha no
tiene por qué saber lo que hace la izquierda, pues el bien y la caridad -que
significa amor- requieren de mucha discreción, y no se debe utilizar nunca a los
pobres como propaganda de intereses mezquinos. Pero eso no quita que al menos, los
que mediante las colectas mensuales en las parroquias, las suscripciones fijas
como socios habituales, o los donantes esporádicos, tanto personas como
entidades, sepan la gigantesca labor de Cáritas, y me estoy refiriendo ahora en
concreto a las Cáritas Interparroquial de Don Benito.
Aquí os dejo un resumen
económico de los datos del ejercicio del pasado año, que son parte de un
tríptico editado por Cáritas Interparroquial, que recoge la amplia labor de
esta institución (dicho de paso, no estaría de más hacer una edición amplia
para repartir a todos en las parroquias), que es en definitiva la de la caridad
de la Iglesia Católica en nuestra ciudad.
Son números es verdad. Se
suele decir que los números son “fríos”, pero yo no lo creo, porque detrás de
los números hay muchos corazones; desde unos pocos euros depositados en las
colecta del primer domingo de cada mes en cualquiera de las cuatro parroquias,
hasta los donativos más cuantiosos de entidades poderosas, la verdad es que detrás siempre hay un corazón que siente la
necesidad de compartir con los hermanos mas necesitados, pobres y excluidos de
la sociedad. Por eso las cifras de Cáritas, me atrevo a decir, son uno de los
mejores baremos para medir el compromiso de la vida cristiana de una persona.
La situación de pandemia
ha traído mucha pobreza; en nuestra Cáritas, y es solo un ejemplo, se ha pasado
de atender a 262 familias, con la entrega de alimentos, a atender 370 familias.
Están acudiendo a los servicios de Cáritas personas que jamás pensaron que
tendrían que recurrir a esta institución. La pobreza nos puede afectar a
cualquiera en cualquier momento, pues la vida da reveses insospechados por
muchas seguridades que uno crea tener.
Cáritas siempre estará
ahí. Sin esperar agradecimientos de nadie, sin necesitar reconocimientos de
nadie, sabiendo que ejercer la Caridad
levantará siempre las críticas de los “bienpensantes”, que seguramente nunca
abrieron su monedero para compartir unas monedas, y mucho menos su corazón. Por eso mi
felicitación, gratitud y agradecimiento a los colaboradores (que son todos los
que proporcionan medios económicos), voluntarios ( colaboradores en las
distintas tareas) y trabajadores de Cáritas Interparroquial de Don Benito en
particular, y de Cáritas en general.
Ojalá que esta Navidad,
la crisis que padecemos no afecte ni al corazón ni al bolsillo, y Caritas pueda
seguir haciendo el bien de manera eficaz, con los defectos de toda institución
formada por personas, pero con el deseo se poner su granito de arena en superar
las situaciones de pobreza, y en poder “echar una mano” al que lo necesita.
Juan Manuel Miguel Sánchez
Párroco
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