No les darán el pergamino miniado, ni la placa al uso, ni les entregaran la medalla de oro, y puede que ni les dediquen unas palabras de gratitud... Pero ni lo quieren ni lo necesitan pues no buscan que les erijan esos monumentos a la vanidad, tan del gusto de la gente cuando se vive en la superficialidad. Lo suyo es puro amor y devoción a la Virgen de las Cruces, y se nota.
Y mucho de esto hay que tener para durante nueve días seguidos, estar en Santiago a las siete y media de la mañana (lo que supone levantarse mínimo media hora antes) para cantar en la novena "de los jóvenes", que es lo mismo que decir de ellos, que son los más y casi únicos "jóvenes".
Después en los salones de Santa María tiempo para el desayuno, la convivencia, las anécdotas del día, las risas... para, enseguida, sin perder tiempo, ir a clase.
Todo esto, como podéis comprender, no es improvisado, ni fervor de unos días, y luego olvido para todo el año de lo que significa la verdadera devoción a la Virgen. Es fruto muy maduro del trabajo silencioso y constante, alimentado en la misa "de 12" cada domingo en la parroquia, en las acampadas, en la reunión de los miércoles para ensayar, en la visita navideña a los hospitales, con el estimulo constante de los "adultos" del coro, verdaderos apóstoles para estos niños y jóvenes.
Felicidades a este "Coro Familiar" o de "niños", que comenzó hace nueve años su andadura, que ha ido creciendo y afianzándose, para ser una verdadera comunidad evangelizada y evangelizadora. Parece que la Virgen de las Cruces deja su habitual rictus adusto, para sonreír en las amanecidas otoñales de octubre al escuchar el canto de estos pequeños grandes "héroes".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.