miércoles, 26 de abril de 2017

LITURGIA PARROQUIAL DE SEMANA SANTA


Por regla general todas las parroquias se esfuerzan en los días “fuertes” de la Semana Santa en cuidar sus celebraciones litúrgicas, especialmente el llamado “Triduo Pascual”.

Nuestra parroquia no se ha quedado atrás, convencidos como estamos que la liturgia es, en primer lugar, el culto público que tributamos a Dios, de ahí la dignidad con que debe ser celebrado y, en segundo lugar, una privilegiada fuente de evangelización y catequesis, en la que sopla mas que en ninguna otra la acción del Espíritu Santo – y además hay que reconocer sin miedo que, para la mayoría de los fieles, la liturgia es la única escuela de vida cristiana- y por eso, cuidar este campo, es de vital importancia en una parroquia.

Así lo entendemos, y así hemos querido vivirlo en los pasados días. De todo ello os dejamos una reseña, al hilo de lo que nos sugieren unas cuantas fotografías que nos ha enviado nuestra habitual reportera, gracias a la cual nuestra parroquia cuenta con un archivo gráfico único:

JUEVES SANTO


Entramos en el Triduo Pascual el Jueves Santo, celebrando la “Cena del Señor” que le sirve de introducción, y en la cual, como se explico en la homilía, Nuestro Señor Jesucristo adelantó mística y sacramentalmente su entrega por amor.
No puede faltar el momento intenso del lavatorio de los pies, “lección de cosas”, con la que Jesús quiso acompañar su testamento: “Os doy un mandato nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado”.




En esa “cena” Jesús instituyó la Eucaristía “Sagrado banquete en el que Cristo se nos da como comida, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de gloria futura”. La procesión claustral con el Santísimo hasta el Sagrario, espléndidamente adornado este día, pone de relieve la presencia sacramental de Jesús hasta los últimos tiempos. 





La tradicional costumbre de la visita a los “Monumentos” y de la “Hora Santa”, es exponente de  la piedad de los fieles hacia el misterio central que celebramos el Jueves Santo. 


La intimidad y profundidad con que se vivió la “Hora Santa” en nuestra parroquia, a caballo entre el Jueves y el Viernes, se debió en gran parte al matrimonio formado por  Jesús y Yolanda que, con su canto, supieron serenar el alma para la contemplación y la alabanza, en una noche tan especial. ¡Gracias!

VIERNES SANTO


Me ha impresionado siempre la “desnudez” de las iglesias el Viernes Santo, están “desnudas” fundamentalmente porque no se celebra este día la Santa Misa, pero a mi me sugiere siempre el despojo y abandono de Jesús, al que el altar representa, pues Él es la "piedra angular"


Cuando en “los oficios” el sacerdote canta “Mirad el Arbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo...” y la deposita delante de él, el altar estará mas configurado que nunca con la roca del Calvario donde Cristo sella para siempre las palabras y gestos del día anterior: “Nadie tiene amor mas grande que el que da la vida por sus amigos... Amaos como yo os he amado”.





  
Y allí, junto al altar-calvario, estamos nosotros... Resuenan en la Iglesia los “Improperios” bellamente cantados por algunos miembros de Coral Parroquial bajo la experta dirección de Sor Adriana: “Pueblo mio, ¿que te he hecho, en que te he ofendido? Yo te saque de Egipto, tú hiciste una Cruz para tu Salvador. En ese momento sé que "yo soy su pueblo”, y que “yo” hice esa Cruz. Tremendo misterio del Viernes Santo, y de nuestra particular ingratitud para con el Señor, a la que Él corresponde siempre con amor “hasta la muerte y muerte de cruz”

VIGILIA PASCUAL

¡Oh que noche tan gozosa en la que se junta el cielo con la tierra, lo humano con lo divino!


¡Noche de fuego, de luz , de agua, de flores, DE VIDA!
¡Oh Luz gozosa de la santa Gloria!
Noche en que todo se hace nuevo.
Pascua literalmente “florida” en nuestra parroquia, adornada como un vergel radiante de primavera.







Larga y solemne vigilia que siempre se nos nace corta por la novedad de los signos, la variedad de los ritos, y la alegría siempre renovada de la Pascua. En ella la parroquia se hace aún mas un  “pueblo de alabanza” y familia de Dios.


Un “Regina Caeli”. brotado del alma pletórica de alegría, pone fin a la noche “de vela”, y queda alzado y encendido en medio del presbiterio el Cirio Pascual, “¡para que el lucero matinal lo encuentre ardiendo!”
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Gracias a todos los que estos días –y siempre-, y como les corresponde por su sacerdocio bautismal,  son  auténticos “ministros” en la liturgia parroquial, y particulares “auxiliares” de un pobre sacerdote, a quien una mano “poderosa”, decidió dejar solo, pero otra Mano mucho mas Poderosa y Buena, que nunca abandona ni traiciona, ha rodeado de mucha gente, que se toma en serio su ser Iglesia, que ama y siente a su parroquia como algo propio, y lo da todo por Santa María.


Sin olvidarme de nadie quiero esta vez centrar  mi agradecimiento en Don Carlos Mathamel López, Capellán de la Armada, que a lo largo de este curso, y aprovechando sus circunstancias familiares, de obligada presencia en Don Benito, nos está prestando una valiosa ayuda a nivel parroquial; personalmente agradezco su cordialidad, disponibilidad, compañía y amistad fraterna en momentos y situaciones nada fáciles.


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