Una costumbre muy bonita ha sido colocar en la cuna de los niños recién
nacidos “Los Evangelios”.
En realidad se trata de un pequeño “relicario” que contiene, a modo de
funda, un fragmento del llamado “Prólogo del Evangelio de San Juan”, que es el compendio
de la historia de nuestra salvación, y que comienza así:
Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era
Dios. Él estaba al principio en Dios. Todas las cosas fueron hechas por Él, y
sin Él no se hizo nada de cuanto ha sido hecho” (Jn 1, 1-3). “Y el Verbo se hizo
carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, como de Unigénito del
Padre, lleno de gracia y de verdad”
En la Santa Misa antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, este Evangelio se
leía siempre al final de la misma, como una confesión de fe en la Divinidad de
Cristo.
Las hermanas carmelitas de Don Benito realizan estos “Evangelios”, pura
y delicada artesanía, como todo lo que ellas hacen. Es un regalo muy bonito
para los recién nacidos, y un signo, en las cunas de los niños, de la protección
de Dios, que en Belén “se encarnó y se hizo Niño”.
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