Desde el principio ya digo que no.
Rotundamente, no. En cuanto que los sacramentos son cauces ordinarios de la
Gracia, necesarios para la salvación, no pueden estar limitados a ninguna
condición temporal, y cuando se piden razonablemente nadie los puede negar.
Otra
cosa es que, para algunos de ellos, la Iglesia, con el fin que su recepción sea
más consciente y fructífera, “recomiende” unas determinadas condiciones para su
celebración, que pueden consistir en una formación básica, o que se celebren en
un determinado tiempo litúrgico como “época” más propicia, pastoral y
catequéticamente hablando, o que se celebren unidos a otros fieles que desean lo mismo, para
resaltar la dimensión comunitaria o darles un carácter más festivo y solemne.
Así
por ejemplo, refiriéndonos ahora solo a los “tiempos”, se “recomienda” no administrar el bautismo en
Cuaresma; o que a ser posible tampoco se
celebre en este tiempo el sacramento del matrimonio, y que si se hace, se
“advierta” a los novios del carácter penitencial del mismo (permítanme una
sonrisa pensado que ¿para qué esa advertencia? ¿acaso suprimirán el postre o el
baile?).
En
lo referente a la primera comunión y a la confirmación, se “recomienda” que se
administren en la Pascua (tiempo que va del Domingo de Resurrección al de
Pentecostés), por tratarse de dos sacramentos eminentemente “pascuales”.
Pero
todo estos no son más que eso, “recomendaciones”. Luego la realidad es la que
es:
.-
Son muy pocas las parroquias que “cierran la pila” durante la cuaresma (en Don
Benito tengo que decir que sí es costumbre seguida por las cuatro parroquias).
.-
No sé de ninguna parroquia que recomiende no casarse en cuaresma; e imagino que
nadie que se haya casado en este tiempo penitencial, habrá sido invitado por su
párroco a celebrar su boda con “austeridad cuaresmal”, pues hasta algún miembro
de nuestra familia real contrajo matrimonio en plena cuaresma, sin que nada se
notara en la misa (con varios obispos de por medio) ni en la mesa.
.- Con las primeras comuniones y confirmaciones hay que reconocer que sí somos más
“cumplidores” de las “recomendaciones”, seguramente porque “el tiempo
recomendado” para estos sacramentos es el de la Pascua Florida, que coincide en
nuestro hemisferio con la estación de la primavera, y viene de “perilla”, pues
el buen tiempo invita a la fiesta; y, para más gozo, coincide también con el
final del “curso escolar”, que hemos adoptado en la Iglesia como referente temporal
de casi todas las “actividades pastorales”, que saturan el curso, dejando libre
los meses de verano.
Vuelvo
a repetir que, en lo que se refiere al “tiempo” de su celebración, no
hay más que “recomendaciones”. Yo mismo he “dado” la comunión a niños por
diversos motivos en Julio, octubre o Navidad. Y no pasa absolutamente nada,
siempre que el niño haya recibido la adecuada instrucción, acorde con su edad,
según lo establecido por el Papa San Pío X, que fue el papa que admitió a los infantes a la mesa eucarística.
Igual que existe una "recomendación para el "tiempo" de los sacramentos, existe otra para el "dia de la semana" como el mas propicio para su celebración: EL DOMINGO, especialmente para aquellos que tienen un carácter “colectivo” y festivo.
Y
esto es lo verdaderamente a mí me preocupa: La pérdida del sentido cristiano del domingo; no me refiero ahora a nivel de costumbres sociales, donde ya se han dado pasos agigantados para eliminar toda
referencia cristiana del mismo, como en tantas otras cosas, sino dentro de la
misma Iglesia, pues hace tiempo, que con "buena intención" -pienso- nos hemos "cargado" el domingo.
Hay
que reconocer que la cosa empezó hace cincuenta años, adelantado la posibilidad del cumplimiento del precepto
dominical a la tarde del sábado, como una concesión a aquellos que tenían
dificultad para cumplir el precepto (cuando no hay ningún precepto
que obligue siendo imposible su cumplimiento, como ha ocurrido durante la
pandemia); pero si bien el deseo era loable, a lo que en realidad hemos llegado
es a que hay más gente en misa el sábado por la tarde que el domingo, que es el
día del Señor, que ha quedado para muchos católicos como un día de ocio sin referente
religioso.
Es curioso, por ser sintomático, lo que se refiere al "día de la semana" recomendado para el sacramento del orden
sacerdotal. El ritual, en su nº 22, “recomienda” que la ordenación del obispo
(y por extensión de los sacerdotes) tenga lugar en domingo (u otro día festivo,
preferentemente en una fiesta de los apóstoles), pero en los últimos años, los
ordenandos han optado, generalmente, por la mañana del sábado; seguramente para que puedan participar el mayor número de sres.
obispos y sacerdotes (cosa difícil un domingo), y puedan volver con cierta
comodidad a sus lugares de origen para el cumplimiento de sus obligaciones
dominicales; y también –por qué no- con el fin que 13TV pueda retransmitir la
celebración, y así los fieles tengan la posibilidad de “ver” quien es su
obispo.
Por
estas mismas razones, salvadas las distancias, los padres de nuestros niños de
comunión reclaman que las comuniones se celebren en sábado. ¿Y quién - visto lo visto- es el guapo que no cede ante el deseo, tan
legítimo por lo menos como el de los obispos, de reunir más familiares y amigos
en torno al neocomulgante?
* * * *
Con motivo del periodo de confinamiento y su emergencia sanitaria, en nuestra parroquia, casi todas las bodas se han pospuesto para el año que viene. Ningún bautizo se ha celebrado de los que estaban previstos, y ninguna familia ha venido al día de hoy a buscar una fecha para nuevos bautizos. Por el único sacramento, por el que parece haber mas "prisas", sin entender yo mucho el motivo, es por el de "la primera comunión"; prisas que se han disparado desde que hace unos días nuestro obispado emitiera una nota referente a la celebración de las mismas, y de las confirmaciones.
Hoy (cuando escribo esto) leo las declaraciones de un obispo escoces:
“Si bien es maravilloso poder abrir nuestras parroquias, reconocemos que la vida parroquial no puede retornar rápidamente a la normalidad hasta que una vacuna o tratamiento estén habilitados. No esperamos que esto ocurra al menos hasta 2021”.
Estoy de acuerdo con él, y me parece que “no saturar el calendario diocesano del próximo curso" (y por extensión el parroquial), debe ser para las diócesis y las parroquias una norma "profiláctica” de obligado cumplimiento, tanto como las alfombrillas de la puerta, el gel hidroalcohólico o las mascarillas, convertidas en un "cuasi sacramental" en algunos lugares.
“Si bien es maravilloso poder abrir nuestras parroquias, reconocemos que la vida parroquial no puede retornar rápidamente a la normalidad hasta que una vacuna o tratamiento estén habilitados. No esperamos que esto ocurra al menos hasta 2021”.
Estoy de acuerdo con él, y me parece que “no saturar el calendario diocesano del próximo curso" (y por extensión el parroquial), debe ser para las diócesis y las parroquias una norma "profiláctica” de obligado cumplimiento, tanto como las alfombrillas de la puerta, el gel hidroalcohólico o las mascarillas, convertidas en un "cuasi sacramental" en algunos lugares.
Juan Manuel Miguel Sánchez
Párroco
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