En la sección de "Cartas al Director" del Diario Hoy, aparece hoy (viernes 19 de julio) la siguiente opinión del sacerdote pacense José Moreno Losada, que aporta mucha luz sobre un tema de actualidad en nuestra Cáritas, pues Don Benito es una de las poblaciones elegidas y donde ya está funcionando uno de estos "comedores para niños pobres", que nos parece una iniciativa del todo desacertada.
YO TAMPOCO HUBIERA IDO...
Por José Moreno Losada
"Nos dicen que estaban preparando
para dos mil quinientos niños, que se habían apuntado seiscientos, y que sólo
han ido el primer día unos doscientos setenta. Esto me recuerda cuando el
Informe Foessa nos hablaba de cientos de miles de pobres en Extremadura, y el
presidente Ibarra decía que no había más de mil, que eran los que habían
solicitado las ayudas que el proponía, sostenía que donde había pobres de
verdad era en África.
Ahora bien, que alguien lo esté pasando mal y tenga muchas
dificultades, no significa que haya perdido su dignidad. Un alumno en una
escuela va a aprender, estudiar, jugar y, si entra en el conjunto – lo necesita
por razones diversas, no solo económicas- y lo posibilitan, también come allí . Pero ir a la escuela – a la que le haya tocado en
los barrios que sean - sólo a comer, porque es pobre y pasa hambre, es otra
cosa. Sobre todo, si todo esto se ha hecho a
bombo y platillo, en discusiones y con toda la prensa como testigo, y no para
ver las causas que llevan a este hecho, ni tampoco las consecuencias, sino
solamente como una noticia estrella de verano.
Tengo
que confesar que yo me imagino siendo un chaval consciente del tema y su planteamiento,
y por mi amor propio y dignidad me hubiera negado a ir; hubiera preferido la escasez en mi casa y con mi
familia, antes que el marco de niño pobre comiendo en un comedor para pobres.
Se nos tenía que caer la cara de vergüenza, en un país rico
como el nuestro, que desde el ámbito de la política o de cualquier otro, el
remedio a una situación de crisis – injusta para tanta gente de la que tiene
que ir al comedor- sea volver a modos de la postguerra y de tiempo de hambruna
en España; no he podido menos que recordar los comedores que nuestros
misioneros pacenses tienen en los lugares más pobres de los campesinos
peruanos. La renta básica está
encontrando resistencias y dificultades, no me lo explico de ningún modo,
porque esta sería la respuesta más digna y auténtica para
esas situaciones de pobreza causadas especialmente por esta crisis.
De ningún modo comedores
que señalan y marcan para toda la vida, no estamos en la posguerra ni en tiempos
de hambrunas, ni en los espacios más pobres del Perú – donde tampoco deberían
existir si hubiera entrañas en el mundo-. Acuerdo social ya,
para responder urgentemente a estas situaciones, con la misma celeridad y
empeño con los que se respondió a los” bancos necesitados”, a los cuáles el pan
se lo llevamos a su propia casa en silencio y con buenos cheques que pagamos
entre todos, incluidos los padres de estos niños que ahora están invitados a
los comedores “gratuitos”. Y esto lo digo como ciudadano dispuesto a pagar más
impuestos, siempre que desaparezcan todos los sobres que parecen ser que tenían
mucho remite pero muy poca dirección, aunque llegaban a sus destinos.
Por cierto, mi agradecimiento a todos los que cada día se
preocuparán de que esa comida esté preparada y sea tan buena como la que todos
tenemos en casa, a todos los que han dado el grito de alarma de qué iba a pasar
con estos niños que todos los días hacían una buena comida – a veces única- en
el comedor escolar y han defendido que no se cerraran en verano . Pero siendo así hasta no estaría mal hacer comedores
comunes para todos en el barrio o en la escuela para que todos pudiéramos comer según
el hambre que tengamos y paguemos según el sueldo y riqueza que tenemos, y los
podíamos hacer en las piscinas públicas y, a la vez, disfrutábamos de esos
bienes públicos que pagamos entre todos. Si hacemos comedores que sean para
todos y con dignidad
¡Ni que decir tienen que
todos los que están asistiendo siento que son sagrados para mí, y no soy digno
de desatarles sus sandalias¡"
¡Cuanta razón tiene!
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