martes, 5 de noviembre de 2019

LAS ANIMAS BENDITAS





Desde el día primero de noviembre, cuelga en los muros de nuestra parroquia, cercano a la imagen de San Antonio de Padua, un cuadrito de animas, de factura popular, que nos recuerda este dogma de fe: La existencia del purgatorio y el valor de los sufragios por los difuntos.




El culto a las animas benditas estuvo siempre muy vivo en la piedad del pueblo cristiano. El recordado Don Delfín Martín Recio, en su libro  “Santiago una parroquia con historia” dice al respecto:

“La devoción y el amor del pueblo cristiano a las Ánimas del Purgatorio es un hecho muy hondamente arraigado en nuestra conciencia. Coinciden y se potencian en él los sentimientos humanos con los dogmas cristianos del Purgatorio y la Comunión de los Santos.

Por ello y de modo indefectible en todas las parroquias está muy presente el culto y devoción a las Ánimas Benditas. Nuestros fieles piden, exigen, unos días para honrar a sus difuntos y unos lugares donde depositar sus ofrendas”.


En Concilio de Trento (1545-1563) dispuso que en todas las parroquias se estableciese la “Cofradía de Animas”, con el fin de ofrecer sufragio por los difuntos.

Estas cofradías promovieron la adquisición de curiosos “cuadros de ánimas”, de muy distinta calidad y factura, pero en los que siempre puede apreciarse la intercesión de la Stma. Virgen, en diversas advocaciones, especialmente la del Carmen con el escapulario, y de los santos más venerados en las diversas comunidades que encargaban las obras, adaptadas a sus devociones.






La entonces única parroquia dombenitense, que era la de Santiago, cumplió enseguida la normativa conciliar tridentina  en lo referente al culto de las ánimas, pues como consta en los libros del archivo parroquial, en la Santa Visita Pastoral del 3 de mayo de 1583, el Sr. Visitador nombra a Don Miguel Sánchez Valadés, sacerdote, Mayordomo para las Ánimas del Purgatorio.

Con el correr de los siglos fueron sucediéndose los diversos mayordomos, siendo el último de que existe constancia Don Juan Rodríguez de Mera, presbítero, en 1819.

Las consecuencias nefastas de la Guerra de la Independencia, y el desastre de la desamortización de Mendizábal, acabó con la vida de estas piadosas instituciones, que quedaron desposeídas de los medios con los que cumplían sus cargas y sostenían el culto.

Capilla o "humilladero"  de Animas,
 adosada a la Iglesia de Santiago,
al inicio de la calle Villanueva
Años setenta

Desapareció la cofradía en las primeras décadas del siglo XIX,  pero no así la devoción a las Animas Benditas, que contó primero con un altar en  la iglesia, en capilla fundada en 1632, y luego en el “humilladero” frente a la actual Casa de la Cultura, donde figuraba el clásico relieve de ánimas de los talleres de Olot, sustituido no hace mucho por un precioso oleo de la Virgen de las Cruces.

Relieve de Animas de los talleres de Olot (Gerona)

Respecto a la doctrina sobre el Purgatorio, el catecismo de la Iglesia católica dice lo siguiente :

1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de la muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

1031 La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos, que es completamente distinta del castigo de los condenados.

¿Cómo podemos ayudar nosotros a las almas del purgatorio?

Sigue diciendo el catecismo: 

1032 (…) Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos, y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico, para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:

Oremos pues en este mes de noviembre especialmente por los difuntos. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre (cf. Job 1,5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? 

No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido, y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo).


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