Este domingo tenemos
fiesta en la parroquia (...)
Al ser además el primer
domingo de octubre, aprovechamos para iniciar “oficialmente” el curso pastoral.
Esto se traduce en celebraciones especialmente solemnes y en un acabar la
mañana del domingo con un aperitivo en los salones parroquiales. En la
parroquia la misa de las 11:30 es la que podemos considerar misa de las
familias con una especial presencia de niños. La de las 13 h., la misa
parroquial por excelencia.
A lo que iba. Hace unos
días una persona me preguntaba qué pensábamos hacer en la primera misa así
“oficialmente” de las familias y en la que además habrá una buena presencia de
niños. Que si no sería una buena idea tal vez adornar el templo con globos y
carteles, quién sabe si incluso los bancos, o repartir algo a los críos.
A ver. Vamos a ver si
nos tranquilizamos. La iglesia lleva celebrando la fe con una riqueza y una
experiencia simbólica de veinte siglos. Tanto, que en bodas civiles o
ceremonias fúnebres laicas, lo que hacen es copiar los ritos católicos y darles
un barniz secular. Veinte siglos celebrando dan para mucho. Lo triste es que a
los católicos, ante la idea de solemnizar una celebración litúrgica, en lugar
de recurrir a los gestos y símbolos más que contrastados en la historia, lo
único que se nos ocurra sea copiar las pueriles ocurrencias de cualquier
hamburguesería de moda, que posiblemente sean lo adecuado para ambientar una
fiesta de cumpleaños pero nada más.
La liturgia de la
iglesia tiene más que previsto y estudiado cómo hacer en verdad una eucaristía
solemne. Decía yo a esa persona que si de verdad buscaban una misa especial, de
esas que dejan huella, que echaran dos narices a la cosa, preparasen unos
buenos monaguillos, un equipo de lectores suficiente y a por ello.
Facilito. Ese día, en
lugar de entrada simple desde la sacristía, entrada solemne desde el fondo del
templo, con cruz alzada, ciriales, incienso y evangelio en alto. Media docena
de monaguillos perfectamente vestidos. Incensar altar, cruz e imagen de la beata.
Un canto largo, apropiado. Cirios e incienso para el evangelio, más incienso en
las ofrendas, sin olvidar incensar a pueblo y sacerdotes. Canto al menos de
aclamaciones y si puede ser del prefacio. Incienso y cirios en la consagración,
amén de la campanilla y del incienso… ¿Sigo?
Por supuesto el adorno
del templo cuidado al máximo: manteles, flores, cáliz. Copón y patena, corporal
y purificadores, al máximo detalle. Los lectores que sepan salir, estar, leer y
¡marcharse!, en fin… cosas sencillas.
Pues no. Mucho mejor
los globos como en el Burger King. Pues ya ven. Parece que eso es lo que se
llama “actualizar, renovar y poner al día la liturgia”.
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