El 15 de agosto, de este año, la hermana Carmen Rosa del Sagrado Corazón hizo profesión solemne de sus votos como carmelita descalza. Ese mismo día les pedimos a las hermanas carmelitas que nos pasaran las fotos y escribieran algo... Nos lo dieron la semana pasada... Pero bueno, todos sabemos que las monjas de clausura viven en un tiempo mucho más lento que el nuestro... jejeje.
Aquí os dejo un escrito de la hermana Carmen Rosa.
Nunca podre agradecer lo suficiente a nuestro Señor por el don de la vocación y por la gracia de la perseverancia; sin merecerlo, Dios me ha mirado como a las niñas de sus ojos.
La fecha de mi profesión se fijó para el día 15 de agosto, por ser la solemnidad de Ntra. Madre Santísima en su Gloriosa Asunción , día muy deseado para mi.
Me prepare con diez días de ejercicios espirituales; mi comunidad me brindó su ayuda con medios eficaces, en lo cual entendía más claro, que la vida consagrada es una respuesta de amor, al AMOR infinito que Dios nos tiene. No un amor cualquiera, sino un amor de lo que Jesús nos habla en su evangelio "Nadie tiene AMOR más grande que el que da la vida por sus amigos". En el santuario del silencio mis días fueron sembrados de gracias divinas; es verdad, solo en el silencio de la oración uno puede entender los regalos primorosos del Altísimo; en esa soledad con Jesús experimenté una cosa muy hermosa: el poder de la "oración".
Desde la víspera me encontré con sorpresas que me emocionaron. Al amanecer del día quince, lo primero, las tablillas solemnes (la señal para levantarse), la escalera primorosamente adornada, laudes cantados y oración más prolongada. En el desayuno, extraordinariamente preparado y presentado, obsequios, regalos, el más significativo y grato, la bendición de su Santidad el Papa Francisco y mil detalles de parte de nuestra Madre y hermanas. Así con alegría y gozo transcurrió todo el día hasta las 7 de la tarde, momento en que celebramos la eucaristía presidida por nuestro queridísimo Sr. obispo, acompañado por nuestro delegado de religiosas Rvdo. don Antonio Cano, nuestros capellanes, don Juan Manuel y don Jesús, padre Ángel, carmelita descalzo, varios sacerdotes, un diacono y dos seminaristas.
Muy hermosa, la liturgia se fue desarrollando: las preguntas del Sr. obispo, su homilía tan cariñosa y cercana; las letanías...
Llegó el momento, en manos de Ntra. Madre priora emití mis votos solemnes.
Para mí es una experiencia única, irrepetible, no se me olvidan las palabras tan bellas que me dijo el Sr. obispo al imponerme el santo velo y deseo recordarlo para siempre. En el momento emocionante de la comunión las hermanas cantaron muy bonito: "dichoso el corazón enamorado..."
Ahora con más confianza, puedo decir al Señor, mi alma esta unida a ti y tu diestra me sostiene.
De todo corazón doy las gracias al Sr. obispo, sacerdotes y a cuantos me han acompañado en este gran acontecimiento de mi vida. A mi comunidad, que en todo momento me he sentido acogida, acompañada y atendida. A todos les pido su opracion y les tengo presente ante el Señor, que El os bendiga y la Santísima Virgen del Carmen os proteja cada dia de vuestra vida.
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