Se acerca las fechas de
las primeras comuniones en nuestra parroquia que, para ser obedientes a los
pastores y obispos de nuestras almas, y crecer en comunión diocesana y otras
cosas muy bonitas que solemos escribir y predicar, fijamos, como se nos
recomendó, para septiembre y octubre (luego en muchas diócesis donde
dije digo, digo Diego… aunque seamos los sufridos párrocos los que siempre
quedemos mal porque en definitiva somos los que estamos “a pie de obra”)
Lo cierto es que aquí
hemos mantenido esas fechas; con todo, unos veinticinco niños, del total de 115,
han ido celebrando su primera comunión –posibilidad que ofrecimos- de forma
individual en las misas ordinarias durante el verano, aquí o en otros lugares; un grupo, como ya vaticiné sin ser profeta, la han “pospuesto”.
Ya estamos preparando
todo con la ilusión de siempre, pero, como es propio de estos tiempos que nos
toca vivir, sabiendo que es el “día a día” el que irá marcando la pauta, pues lo que hoy puede ser viable, mañana puede no serlo. Ni que decir tiene que
estamos controlando en lo que podemos el cumplimiento de las normas sanitarias,
especialmente en lo que se refiere al aforo, por mas que genere polémicas, pero no
hay más remedio.
A todo esto, y es a lo
que voy, la otra tarde, llegó al despacho la mamá de una niña de las que va a
comulgar en los primeros turnos, para enseñarme con toda ilusión el “álbum” que
ha preparado a su hija como recuerdo de todo lo que ha supuesto la preparación
para este momento. Tengo que confesar que me emocioné por varias cosas. Primero
porque aún quedan algunos padres que saben agradecer y valorar el esfuerzo de
la parroquia en la preparación de sus hijos, y segundo, porque al pasar sus
hojas, tan hermosamente maquetadas, me emocioné al recordar tantos momentos de
gracia como vivimos en nuestra parroquia por medio de la catequesis, siembra generosa en
el corazón de los niños de Evangelio y de amor a Jesucristo y a su Iglesia,
gracias a la entrega y generosidad de todos los que trabajamos con ellos:
párroco, catequistas y padres, que no hay que olvidar son los primeros
catequistas de los hijos, aunque muchos hayan renunciado a esta tarea y la
dejen toda en manos de la parroquia que, a veces –cada vez más- tiene que “sembrar” sin que nadie luego “riegue” en casa la semilla de la fe.
Comparto con mucha añoranza estas imágenes de la catequesis “de antes de la Covic 19”, que ha cambiado nuestro mundo, nuestras relaciones, nuestra vida parroquial… y todo. No sé si alguna vez volverán a repetirse en nuestra parroquia actos como los que aparecen en este álbum… De momento sé que no. Estamos a merced de lo que vaya ocurriendo, y por eso vivimos “día a día”, también en lo referente a la pastoral. El que esto escribe sin saber qué hacer, ni por dónde tirar en lo referente a la programación del curso y la gestión de muchas cosas (aunque mañana se inaugure en la cabeza de la diócesis con toda solemnidad “el curso pastoral”). Sin ninguna guía por parte de nadie, y sin nadie que oriente, anime e ilumine cuando más falta nos hace. Fiado solo en Dios y en la intercesión de la Virgen. Lo que Dios quiera será. En sus manos estamos.
Contemplado este álbum damos gracias por tanta Gracia vivida, y suplicamos la Gracia de lo alto para seguir adelante, en tiempos tan complicados como los que nos han tocado en todos los ámbitos, también en el eclesial.
Muchas gracias a la familia por permitir compartir con todos parte de este precioso álbum, y perdonen no vaya con orden, pero blogger ha cambiado el formato y de momento no lo domino, ni comprendo el afán de cambiar lo que funciona perfectamente.
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