Domingo 18 de enero
II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Muchas veces, Señor, Señor, a la hora décima -sobremesa en sosiego-, recuerdo que, a esa hora, a Juan y a Andrés les saliste al encuentro. Ansiosos caminaron tras de tí... "¿Qué buscáis...?" Les miraste. Hubo silencio. El cielo de las cuatro de la tarde halló en las aguas del Jordán su espejo, y el río se hizo más azul de pronto, ¡el río se hizo cielo! "Rabbí -hablaron los dos-, ¿en dónde moras?" "Venid, y lo veréis". Fueron, y vieron... "Señor, ¿en dónde vives?" "Ven, y verás". Y yo te sigo y siento que estás... ¡en todas parte!, ¡Y que es tan fácil ser tu compañero! Al sol de la hora décima, lo mismo, que a Juan y a Andrés -es Juan quien da fe de ello-, lo mismo, cada vez que yo te busco, Señor, ¡sal a mi encuentro! |
Todas las tarde, en la misa de la tarde, rezaremos por esta intención. |
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