Al finalizar la Santa Misa del pasado sábado 7 de septiembre, que fue cantada por el coro parroquial, bajo la dirección de Rosario Pinto, quisimos rendir un pequeño homenaje de gratitud a la que ha sido durante muchos años gran colaboradora de la parroquia, la religiosa Hija de María Madre de la Iglesia (azules), Sor Adriana Faba Delgado.
Nuestro párroco, en nombre de la feligresía, se dirigió a ella con las siguientes palabras, que dejamos aquí consignada para recuerdo de todos:
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"Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va, va dejando una huella que no se puede borrar…"
Sé que no soy para nada original, pero esta letra de la popular y conocida sevillana, expresa lo que muchos sentimos en esta tarde.
Querida Adriana:
Desde hace 14 años, tu presencia ha
sido de las habituales en esta parroquia; en ti hemos encontrado una amiga
entrañable, una colaboradora en todas las actividades, un apoyo en tantas
iniciativas; pero, sobre todo, en ti hemos encontrado siempre a una autentica
religiosa, “amante” de Jesús y de su Madre la Virgen; que eso, creo yo, es lo
mejor que se puede decir de una mujer que, desde la adolescencia ha entregado
su vida al Señor.
Dejas una huella honda -a
nadie se le oculta- por más que a ti te guste pasar desapercibida:
.- En tu querido colegio del Sagrado
Corazón, donde te has dejado la piel por la congregación, donde tanto has
trabajado por dar a conocer a la Beata, elevando sus fiestas a una verdadera
celebración popular.
.- En Don Benito donde has sido una
monja querida, valorada y respetada.
.- Y en nuestra parroquia, que siente
especialmente tu marcha por lo mucho y bueno que en que les has servido, especialmente
en las cosas que se refieren el culto solemne de Dios, al que tú tantas veces
ha puesto voz y música, sentada al órgano que ahora se nos queda mudo, como
el arpa de Bécquer, esperando una mano de nieve que sepa de nuevo arrancar sus
notas para gloria del Único que la merece.
Aquí nos quedan muchos recuerdos
tuyos, el más visible de ellos la imagen de tu Madre fundadora, la beata
Matilde, que tú te encargaste de procurarnos en las altas instancias de la
congregación, para que aquí fuera venerada. Quédate segura que, cuando recemos
a Madre Matilde y celebremos sus cultos, tu nombre y tu recuerdo estará siempre
muy presentes, como el de una hija ejemplar que, de tantas formas supo
acercarnos a querer y conocer a nuestra querida beata.
Nosotros queremos también que tengas
un recuerdo nuestro, de toda la parroquia, de los que días tras día, en estos
catorce años, hemos compartido la fe en esta casa querida. Es difícil regalar algo a una monja, que necesita poco y de lo poco, poco. No es
un regalo original, pero puedes estar segura que recoge el cariño de todos.
Es una Virgen que podemos decir “está
de moda” (podéis buscarla en Internet), la Virgen de la Alegría, blanca, muy
dulce, con el Niño Jesús en sus brazos. Que ella vaya contigo a Cáceres, o a donde
quiera que la obediencia te destine, y sea tu Madre, tu Maestra, tu Guía y la Causa
de tu alegría. Y que, cuando la mires, te arranque un recuerdo y una oración
por esta parroquia de Santa María.
Querida Sor Adriana, cuando el año
2020 aquella pandemia de infausto recuerdo te dejo tan al borde de la muerte
que hasta te dieron tan por muerta, cuando “regresaste” a la vida yo te dije
que, en lugar de Sor Adriana, te íbamos a llamar “Sor Resurrección”. Pues sigue
afrontando esta nueva etapa de tu vida con la fuerza, el coraje, la decisión,
la valentía y el amor de una seguidora del Resucitado, como lo has sido hasta
ahora. Nada de bajos ánimos.
¡Adelante, siempre adelante, Dios es nuestra ayuda, no nos falte la fe!
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