Le ocurrió a un cura de nuestra diócesis. Aquel
día era el de las primeras comuniones. Estaba la gente y el cura en la iglesia
esperando a los niños y a sus padres que venían en procesión.
Y resulta que a una niña la
habían “decorado” con una diadema de lucecitas tipo “belén” y además
intermitentes, que lucían gracias a unas pilas que la niña llevaba escondidas
en la espalda.
Va transcurriendo la ceremonia
entre las risitas y el regocijo del personal. Y cuando en el momento de la
comunión llega la niña ante el altar a recibirla de manos del cura, éste le
dice: “Mira hija, dile a tu madre que la hostia habría que dársela a ella”...
- Así me lo contaron y cada vez
que me imagino la escena todavía me río.
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