jueves, 18 de noviembre de 2021

NUESTRA DIÓCESIS ES "SEDE VACANTE"




Algunas personas cercanas a la vida de la Iglesia y con interés por ella, me han preguntado estos días cual es la situación en la que ha quedado nuestra diócesis, desde que el lunes 15 de noviembre se hizo público el nombramiento de Monseñor José Luís Retana como obispo de Ciudad Rodrigo y de Salamanca.

NUESTRA DIÓCESIS ES SEDE VACANTE

Si uno entra en las páginas web de las diócesis citadas, podrá ver que en su información referente al nombre del obispo de cada una de ellas se dice: obispo electo Don José Luís Retana Gozalo.

“Electo” significa que está ya designado por el Santo Padre aunque falta que se ejecute la elección, cosa que ocurrirá cuando el interesado fije la fecha, que debe ser antes de dos meses desde su elección.

Por el contrario si uno busca información sobre la diócesis de Plasencia, en el apartado “obispo”, encontrará la expresión sede vacante que quiere decir que no tiene obispo propio o "residencial".

DON JOSÉ LUÍS RETANA ES OBISPO ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE PLASENCIA

Efectivamente Don José Luis ya no es obispo "residencial" de Plasencia aunque siga residiendo en su palacio episcopal; pero hasta el día de la toma de posesión de sus nuevas diócesis, la Santa Sede Apostólica le encomienda que en su nombre (de ahí lo de “apostólico”) siga “administrando” la diócesis como  administrador* apostólico

*La palabra “administrador” es un poco confusa (no me gusta), pues actualmente nos suena casi exclusivamente a asuntos monetarios y se puede confundir con la figura del “ecónomo diocesano”, aunque en realidad su significado sea mucho más amplio y abarque todo lo que concierne al gobierno de una diócesis.

QUIEN GOBERNARÁ LA DIÓCESIS HASTA QUE TENGA OBISPO PROPIO

¿Y qué ocurrirá cuando Don José Luis abandone definitivamente Plasencia y ya no sea tampoco obispo administrador apostólico?

Según derecho pueden ocurrir dos cosas:

1ª.-  Que el Santo Padre nombre otro obispo como administrador apostólico mientras siga la sede vacante, que podría ser p.ej. el arzobispo metropolitano (en nuestro caso el de Mérida-Badajoz), un obispo de diócesis vecina, incluso un obispo “emérito” (es decir, jubilado; así ha estado hasta ahora Ciudad Rodrigo).

2º Que la Nunciatura en Madrid, ordene al colegio de consultores* de la diócesis (coetus consultorum) que, en el plazo de ocho días, nombre un administrador diocesano. Esto será lo mas posible pues es lo que se viene haciendo en las sedes vacantes.

*El colegio de consultores es un grupo de sacerdotes diocesanos (no más de doce ni menos de seis), designados por el obispo, de entre los que forman el consejo presbiteral, otro órgano consultivo que hay en todas las diócesis, formado por sacerdotes, elegidos unos por los propios sacerdotes y otros por el obispo directamente.

EL ADMINISTRADOR DIOCESANO SEDE VACANTE

Este colegio de consultores en votación secreta, elegirán un sacerdote que ejerza el gobierno de la diócesis como administrador diocesano, hasta la toma de posesión de un nuevo obispo.

Lo común y frecuente es que se elija para este cargo al que ha sido vicario general. Gobernará la diócesis, como si fuera su "obispo", pero con restricciones encaminadas a tutelar convenientemente el bien de la diócesis y los derechos del futuro obispo, para que en todo momento este sea libre, y no se vea en ningún momento con “las manos atadas” por una hipotética gestión imprudente. Un aforismo clásico del derecho canónico, lleno de sabiduría y experiencia de siglos, dice: “Vacante la sede, nada se debe innovar”.

Las funciones del administrador diocesano sede vacante están muy definidas por el Código de Derecho Canónico; entre las que no puede ejercer son por ejemplo nombrar vicarios, vender bienes raíces de la diócesis, ni remover párrocos sin verdadera necesidad, y si tiene que hacerlo por alguna causa justificada será siempre con el visto bueno del colegio de consultores, que asume en la sede vacante las funciones del consejo presbiteral y del consejo pastoral. Tampoco puede, claro está, ordenar sacerdotes porque no es obispo. Si puede por el contrario administrar la confirmación, pues tiene facultad para ello.

Los únicos cargos que se mantienen “incólumes” en una sede vacante son el de vicario judicial, el ecónomo diocesano (encargado de la economíay el canciller-secretario general.

EL NOMBRE DEL OBISPO EN LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS

Desde el Secretariado Diocesano de Liturgia nos han recordado a los sacerdotes  que en la celebración de la Santa Misa se seguirá nombrando a nuestro obispo José Luis en la plegaria y en la oración de los fieles cuando se pide por el obispo diocesano, y lo mismo en la recitación de la liturgia de las horas; así hasta el momento en que tome posesión de Ciudad Rodrigo y Salamanca, entonces no se mencionará ya ningún obispo como propio. Volveremos a poner nombre y cara al obispo cuando el Santo Padre designe uno y tome posesión. Desde el secretariado también nos invitan a que en las celebraciones litúrgicas –y en la oración personal- elevemos preces al Señor para que conceda cuanto antes un pastor según su corazón a nuestra diócesis.

Si no recuerdo mal, cinco diócesis en España están en parecida situación a la nuestra: Sede Vacante

 

lunes, 15 de noviembre de 2021

NOS QUEDAMOS DE NUEVO SIN OBISPO


 

Esta misma mañana se hacía pública la noticia del nombramiento del que hasta ahora era obispo de Plasencia, Monseñor José Luis Retana Gozalo, como obispo de Salamanca y de Ciudad Rodrigo. El Papa ha decidido, digámoslo así, “ahorrar” un obispo a España, y ha unido “in persona episcopi” –así se dice técnicamente- las diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo; galimatías de difícil comprensión, al menos visto desde fuera, pues nadie entiende que se gana con eliminar un obispo, manteniendo catedral, cabildo, curia, y seminario, que son las instituciones que dan entidad a una diócesis. Parece que más que una solución, lo que se consigue es complicar la vida de un obispo, que tendrá que asumir el descontento popular de una porción de sus diocesanos, a los que ha caído como jarro de agua fría la nueva situación (tampoco tan nueva para Ciudad Rodrigo), y agregar en su haber kilómetros de coche y carretera, y reduplicación de celebraciones.

Plasencia queda de nuevo huérfana de pastor. Vuelve otra vez la sede vacante, el administrador diocesano, la suspensión prácticamente de la vida administrativa (pastoralmente hablando) que quedará reducida por derecho a lo imprescindible,  la espera -mínimo un año visto lo visto- entre dimes y diretes sobre el posible candidato, los fastos de la consagración, que imagino suponen un pico a la diócesis, los discursos de buenas intenciones, conocer al nuevo obispo, y a sus vez que el obispo sea conocido… ¡Otra vez!  Al final, la repetición de acontecimientos de este tipo, deja de ser novedad para convertirse en rutina.

He conocido ya muchos obispos en Plasencia: Después del casi eterno Dr. Zarranz y Pueyo (veintisiete años obispo, el último fallecido como obispo de Plasencia y enterrado en su catedral),  el de mis años de seminaristas fue Don Antonio Vilaplana Molina, al que sucedió Don Santiago Martínez Acebes, que me ordenó diácono, y que muy pronto fue promovido a la archidiócesis de Burgos, haciéndose cargo de Plasencia Don Carlos López Hernández; este, que marchó también a Salamanca, dejó la silla pontifical a Don Amadeo Rodríguez Magro, que la cedió al tomar posesión de Jaén al que ahora marcha, de brevísimo pontificado (cuatro años  y cinco meses si no calculo mal) con una pandemia de por medio. Breve, demasiado breve.

Nunca he sido amigo de aquello de desvestir un santo para vestir otro, y no entiendo que haya que “desarmar” una diócesis para “armar” otra. ¿No hay ningún sacerdote en el clero español, cualificado, conciliador, prudente, que hubiera podido asumir la nueva configuración de la mitra salmanticense-mirobrigense?

Respetando y acatando filialmente la autoridad de la Iglesia, como no puede ser de otra manera, pero expresando mi opinión, creo que este ir y venir de obispos contribuye muy poco al prestigio del orden episcopal, y menos aún a la estabilidad de la vida diocesana, en diócesis de por sí ya muy empobrecidas.

Este constante ir y venir de obispos hace que se pierda entre el pueblo fiel la concepción católica de lo que debe ser un obispo: Un padre, un verdadero “patriarca” de su diócesis. 

Es cierto que la “bula papal”, documento redactado en latín y hermosamente caligrafiado,  que determina que un sacerdote sea ordenado obispo para una Iglesia local, da al obispo unos derechos y unas obligaciones, le hace verdadero “administrador” y “cabeza” de esa Iglesia; pero el título de “padre” no viene automáticamente con la “bula”, se lo tiene que ganar a pulso, con los años, viviendo entre su pueblo, formado por el presbiterio, la vida consagrada y los laicos; eso, y solo eso, le granjearan el cariño de todos sus diocesanos, para ser un verdadero obispo-padre-pastor.  Pero cuando no se da “tiempo” suficiente para que esto ocurra, cuando llevan a un obispo de diócesis en diócesis, de “ascenso” en “ascenso”, cuando el episcopado se convierte en una especie de funcionariado eclesiástico, entonces, en igual proporción, mengua la estima del pueblo, que acaba viendo en el obispo una especie de directivo al estilo del mundo empresarial. Y no digamos cuando se deja a una diócesis largo tiempo sin su prelado (casi dos años lleva la vecina de Coria-Cáceres sin él), dando lugar a la impresión que los obispos son una figura prescindible, que al final nadie echa en falta.

Deseo a Don José Luis, en nombre propio y en el de toda esta parroquia de Santa María de Don Benito,  un fecundo pontificado en su nuevo ministerio, que imagino no será fácil, pues Ciudad Rodrigo, que tanto ha reivindicado desde todos los ámbitos sociales -en la iglesia de las periferias- su permanencia como diócesis “normal”, al final no ha sido atendida como le hubiera gustado, y esto le supondrá al obispo una dificultad añadida, que tendrá que suplir con mucha dedicación, mucha paciencia, mucho amor a la cruz,  y mucho cariño. De todo eso él tiene de sobra. Y ojalá que, si Dios quiere y la Sede Apostólica lo considera oportuno, cuente con el “tiempo” necesario para poder llegar a ser un verdadero padre y pastor de sus nuevas diócesis.


Juan Manuel Miguel Sánchez

jueves, 11 de noviembre de 2021

ITE AD JOSEPH (Id a José). CON MOTIVO DE LA CLAUSURA DEL "AÑO DE SAN JOSÉ"

El pasado 8 de diciembre, con la carta apostólica Patris Corde, el Papa Francisco nos convocaba a un “Año de San José” .

La ocasión venía dada al cumplirse el 150 aniversario de la declaración de San José como Patrón de la Iglesia Universal, efectuada por el papa Pio IX, el 8 de diciembre de 1870.

A lo largo de este año hemos intentado, en nuestra parroquia, llevar a cabo el deseo del Papa de diversas maneras: La imagen de San José  ha estado colocada en lugar destacado, los miércoles hemos celebrado la misa votiva en su honor (los días que la liturgia lo ha permitido) con predicación alusiva, rezando sus letanías como conclusión del rosario mariano. Especial realce hemos dado a los “Siete Domingos” -que ya eran práctica habitual- y a sus dos fiestas litúrgicas (19 marzo y 1 de mayo).

Nos disponemos ahora a clausurar el “Año de San José” con una “Semana Josefina”, como corona y colofón de un año que, como deseaba el Papa, nos ha servido para caer mas en la cuenta de la importancia de la entrañable figura del que fue tenido en la tierra por padre de Jesús, y verdadero esposo de la Virgen María.

Vayamos pues a  San José, con la seguridad teresiana de que “no me acuerdo haberle suplicado nada que no me lo haya concedido”.




viernes, 29 de octubre de 2021

BEATIFICADO UN SACERDOTE DE NUESTRA DIÓCESIS

El sábado 30 de octubre serán beatificados en Tortosa los sacerdotes operarios diocesanos Francisco Cástor Sojo López, Millán Garde Serrano, Manuel Galcerá Videllet y Aquilino Pastor, como mártires asesinados por odio a la fe en España entre 1936 y 1938.

D. Francisco Castor Sojo es extremeño y diocesano de Plasencia, pues nació en la localidad de Madrigalejo (provincia de Cáceres), el mismo lugar donde, quizás pocos lo saben, murió Fernando el Católico el 22 de enero de 1516, cuando iba camino de Guadalupe, y donde otorgó el importantísimo  testamento que cambiaría los destinos dinásticos de España.

Francisco Cástor Sojo López nació el 28 de marzo de 1881 en Madrigalejo (Cáceres) y estudió en el seminario de Plasencia, según su biografía en castellano publicada en la página web de la Hermandad Secular de Sacerdotes Operarios Diocesanos. Fue ordenado sacerdote el 19 de diciembre de 1903.

Fue prefecto en los seminarios de Toledo, Badajoz y Segovia. En 1933 fue nombrado administrador del seminario de Ciudad Real.

El 23 de julio de 1936, los rebeldes irrumpieron en el seminario. Después de unas semanas de refugio en la Fonda Francesa con el rector, el beato José Pascual Carda (1893-1936), fue asesinado en la noche del 12 al 13 de septiembre de 1936. Tenía 55 años. Su cuerpo yace en el cementerio municipal.

Uno de sus estudiantes en Ciudad Real dijo que el P. Francisco “estaba preparado para el martirio y nos instó a los seminaristas a ser mártires también, si se presentaba la oportunidad. Siempre hablaba del martirio con gran serenidad”.

La ceremonia puede seguirse por 13 TV y Radio Maria, a las 11.00 h.

martes, 26 de octubre de 2021

¿Y DE QUE DIÓCESIS SEREMOS SI AL FIN SE UNEN DON BENITO Y VILLANUEVA?

 

Hace algún tiempo viene cobrando cuerpo la vieja aspiración de la posible unión entre Don Benito (36.924 hab.) y Villanueva (25.752 hab.),  núcleos poblacionales enclavados uno en la comarca de las Vegas Altas y el otro en La Serena, unidos/separados (según se mire) en línea recta por 5 km. salpicados parcialmente por alguna urbanización, un instituto de enseñanza, algún servicio público, diversas empresas, y, sobre todo, a medio camino entre ambas localidades por el “Hospital Don Benito-Villanueva”, que da servicio sanitario a una amplísima zona de Extremadura.

No entro en ninguna valoración de la conveniencia o inconveniencia de esta unión, pues es tema que toca a los que rigen los destinos de los pueblos, legítimamente colocados en sus puestos por los votantes. He leído comentarios a favor y en contra. Cada uno deberá formar su criterio a la hora de expresar su parecer en un futuro referéndum consultivo.

Solo pretendo plantear una pregunta, sobre una inquietud que no he visto reflejada en ningún sitio, y que podría ser también la de muchos que nos sentimos miembros de la Iglesia, a la que estamos unidos por la pertenencia a una diócesis, que tiene un pastor propio: El obispo.

De llegar a ser realidad algún día la unión de ambas ciudades en una sola: ¿A qué diócesis pertenecería la nueva entidad? Porque Don Benito pertenece a la diócesis de Plasencia, desde que, digámoslo así,  “apareció en el mapa” tras la reconquista,  como anejo de Medellín en un principio. 

Villanueva de la Serena, por el contrario, pertenece actualmente a la diócesis de Badajoz (que desde 1994 se llama “Archidiócesis de Mérida- Badajoz”). Digo actualmente y digo bien, pues hasta 1873 Villanueva de la Serena era la sede del priorato de Magacela, uno de los dos de la orden de Alcántara en Extremadura. Estos prioratos eran para todos los efectos verdaderas “diócesis" y, los priores, en muchas ocasiones, estaban revestidos del carácter episcopal.

Suprimidas las órdenes militares en la desamortización de Mendizábal (1835), la Santa Sede extinguió los prioratos en 1873, e incorporó sus territorios, para la atención espiritual, a las diócesis circunvecinas. El de Magacela, que era extensísimo, fue repartido entre las diócesis de Badajoz, Córdoba y Toledo. Queda como recuerdo de aquellos tiempos, en que Villanueva de la Serena era, para todos los efectos, cabeza de una peculiar "diócesis", el llamado “Palacio del Prior”, hoy convento de monjas concepcionistas, muy conocidas en el entorno por la elaboración de exquisita repostería, que también comercializan en Don Benito.

Antiguo palacio prioral de Magacela, en Villanueva
Hoy convento de concepcionistas

¿Qué pasará en un futuro, desde el punto de vista de la jurisdicción eclesiástica, en el caso de la unión Don Benito-Villanueva? ¿A que obispado pertenecerá la nueva ciudad?  Ya sabemos que la iglesia hila fino, y que para ella los plazos espacio-temporales no son los de la sociedad civil, porque lleva dos mil años de rodaje, y su medida es la eternidad. Además, ya sabemos, que las “cosas de palacio, van despacio”, y las de los palacios episcopales más despacio aún.

Seguramente que, aunque la unión pueda ser efectiva para 2030 como se anuncia, la adscripción eclesiástica de la “nueva ciudad” seguirá por mucho tiempo igual; es decir, que la nueva ciudad tendrá siete parroquias, cuatro pertenecientes a la diócesis Plasencia y tres a Mérida- Badajoz. Pero sin duda alguna, a la larga, los obispos respectivos habrán de abordar sobre el terreno el problema pastoral que esto planteará, y darle una solución canónica adecuada, pues la situación sería un caso muy excepcional y extraordinario en la Iglesia, aunque no sé si único. Ya en nuestra diócesis de Plasencia se dio el caso de dos poblaciones –Aldeanueva del Camino y Baños de Montemayor-  con dos parroquias pertenecientes cada una a una diócesis, pues la línea divisoria de las diócesis, que es por esas latitudes la “Vía de la Plata”, atravesaba ambos municipios por medio. Este hecho fue subsanado en 1958, quedando Aldeanueva con sus dos parroquias en Coria, y las dos de Baños de Montemayor en Plasencia. Eran otros tiempos, pero para llegar a este “arreglo” tuvieron que pasar más de ocho siglos…. Esperemos, que no ocurra lo mismo, en el caso de la hipotética unión entre Don Benito y Villanueva. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que sabrán arreglarlo de la mejor manera posible, si fuere menester.

viernes, 22 de octubre de 2021

EL DOMUND o todos somos misioneros y colaboramos en la misión.


Octubre es todo él un mes misionero, y tiene como colofón la celebración del DOMUND (Domingo Mundial de las Misiones), jornada en la que se nos recuerda que la Iglesia existe para predicar el Evangelio y llevar así la Salvación a todos. Al tiempo el DOMUND nos da la posibilidad de colaborar económicamente al sostenimiento material de la misión, mediante la popular, entrañable y querida colecta; ¿quién, siendo niño,  no ha sido postulante en alguna ocasión en esta campaña misionera, con aquellas huchas que recordaban a todos los continentes y pueblos del mundo? ¡Y que gozo devolverlas, acabada la campaña, con una buena cantidad de pesetas! aunque uno se hubiera llevado algún que otro portazo o exabrupto de quienes no saben nada de caridad ni solidaridad.

En nuestra parroquia el DOMUND es una jornada muy especial. En los accesos al templo, los carteles ambientan la campaña, las distintas misas se celebran con el formulario “por la evangelización de los pueblos”, la predicación se aprovecha para recordar lo que se dice al principio de estas líneas –todos somos misioneros- , y para incentivar la colecta, que en la parroquia HACEMOS AL DOMINGO SIGUIENTE 30 y 31 de octubre. Como decía un viejo sacerdote que conocí: “Primero hay que mover los corazones, para que luego se muevan los bolsillos”. ¡Claro!  es que, si no se prepara y anuncia muy bien, la gente no suele venir a misa “preparada” en lo que a lo económico se refiere, y luego siente no haber sido un poco más generosa con el DOMUND y reprochan al párroco no haberlo anunciado con antelación.

Todos los años este sistema da, al menos aquí, un resultado estupendo, pues nuestra parroquia suele ser, con diferencia, la más generosa de la diócesis; y no debe ser de otra manera, pues es también una de las más grande. El año pasado, cuando el que esto escribe, pensaba que la colecta disminuiría en proporción a lo que ha disminuido la asistencia a misa por la pandemia, resultó que superó con creces las de años anteriores, pues pudimos enviar a la delegación diocesana de misiones 6.478 €, más de un millón de las antiguas pesetas.


Dios quiera que este año, la colecta para las misiones, sea tan generosa como siempre, pues, como tantas veces digo, la contribución económica en las diversas campañas caritativas y solidarias, especialmente esta del DOMUND, es uno de los termómetros que miden la vitalidad de la fe en nuestras comunidades parroquiales.

Este fin de semana, vivamos la misión, recordemos a los misioneros, oremos por el incremento de las vocaciones misioneras… Y AL PRÓXIMO FIN DE SEMANA (30 y 31 octubre) VAYAMOS A MISA CON UN GENEROSO DONATIVO PARA LAS MISIONES. Cada uno en la medida de sus posibilidades, pues Dios no premia la cantidad, si no el generoso desprendimiento.

Si alguna persona no viene a la iglesia por la causa que sea, y quiere aportar su donativo a las misiones, puede hacerlo llegar al párroco por medio de alguna persona de su confianza, o bien ingresarlo en la cuenta  de la parroquia: ES18248145673000000610 especificando muy bien, COLECTA DEL DOMUND.


jueves, 30 de septiembre de 2021

¡GLORIA A LOS MARTIRES!


Se cumple hoy, 30 de septiembre , el 85 aniversario del martirio del que fuera arcipreste de Don Benito y párroco de Santa María.

Don Benedicto Barbero Bermejo, nació en la villa cacereña de Serradilla el 15 de abril de 1879, en un hogar profundamente cristiano.

Sintió desde muy niño la vocación sacerdotal y cuando en su familia quisieron disuadirle, para ponerle a prueba, respondió con firme resolución: “O estudio para sacerdote o no estudio carrera alguna”.

Cursó sus estudios sacerdotales en los seminarios de Coria y Plasencia, y habiendo obtenido la licenciatura en Teología en la facultad de Salamanca, fue ordenado sacerdote el 24 de mayo de 1902.

Desempeñó sucesivamente los ministerios de párroco en Cristina, coadjutor en Miajadas y vicerrector del seminario diocesano de Plasencia, donde dejo honda huella por su competencias y extraordinarias virtudes evangélicas.

En 1919 obtuvo por oposición la parroquia de Santa María de Don Benito, la mas densa en feligreses de la diócesis de Plasencia. Su austera figura de hombre entregado, de bondad rebosante, dispuesto a darlo todo por sus feligreses, fue causa de admiración, estima y veneración popular.

El 23 de julio de 1936, a requerimiento del alcalde, y después de celebrar la última misa entregó las llaves de su querida parroquia, y fue confinado en su domicilio. Desde allí escribió a sus familiares “...yo no pienso abandonar esto pase lo que pase”, frase que revela el deseo de aceptar el martirio con la valentía del buen pastor que quiere dar la vida por sus ovejas.

El 6 de septiembre fue llevado a la cárcel común. Por el respeto y veneración que inspiraba, los mismos milicianos le sugirieron la idea de que se ocultase, y que ellos cumplirían la misión diciendo sencillamente que no estaba en casa, pero rechazó la propuesta diciendo: “Yo debo hacer lo mismo que hizo mi Divino Maestro”.

En la cárcel sufrió con serenidad impresionante los ultrajes que le causaron, gracias a la fortaleza acumulada en su vida de intensa oración. Incomunicado un tiempo en una pequeña celda, siempre que hacían la inspección le encontraban de rodillas, con la vista elevada al cielo, abstraído de lo que pasaba alrededor suyo. Uno de los carceleros aseguró que en una ocasión al entrar en la celda de madrugada, lo halló levantado del suelo, en el aire, arrodillado con actitud orante.

El 30 de septiembre de 1936, fue el día señalado para el holocausto. Junto con otros cuatro sacerdotes y numerosos seglares fue llevado al paredón de fusilamiento por su condición de sacerdote, pues ningún otro crimen le podían imputar. Bien lo sabían sus verdugos, cuando al pasar cerca del Hospital de la Cruz roja, le ofrecieron ser ingresado en él, en un último intento de salvarle la vida; pero una vez mas su voluntad estaba decidida a apurar el cáliz y respondió: “Me voy con mis compañeros, que ahora me necesitan mas que nunca”.

En las tapias del cementerio recibió la descarga mortífera que acabó con su vida. El cadáver fue hallado separado de los demás, incorporado en un ángulo de los muros del camposanto, con el rosario pendiente de sus manos sacerdotales en una última plegaria a la Virgen de las Cruces. Había consumado la sangrienta misa de su propia vida y ofrenda.

El proceso de beatificación de Don Benedicto Barbero Bermejo y compañeros mártires, fue incoado en la diócesis de Plasencia el 23 de mayo de 2016.

viernes, 24 de septiembre de 2021

NO OLVIDEMOS LA SALUD DEL ALMA


Esta mañana el carpintero ha estado "poniendo al día" el confesionario: Cepillando las puertas que arrastraban y hacían un ruido molesto, asegurando los apoyabrazos, engrasando las bisagras que chirriaban, colocando en las rejillas tela homologada de mascarillas.

El confesionario es uno de los "espacios celebrativos" del templo. Por eso, en el rito de la toma de posesión del nuevo párroco, es uno de los lugares que el obispo, o bien su delegado, le "entregan" como símbolo de sus tareas ministeriales, con estas palabras rituales: "En este lugar el Señor, a través de tu ministerio, realizará maravillas. Cuida, pues de reconciliar con Dios a los fieles que después del bautismo hayan recaído en el pecado, y a aquellos que acudan a ti deseando convertirse mas plenamente a Dios". 

También el Código de Derecho Canónico, en el número 964/2 legisla sobre el lugar de la penitencia: "Por lo que se refiere a la sede para oír confesiones, la Conferencia Episcopal dé normas, asegurando en todo caso que existe siempre en lugar patente confesionarios previstos de rejillas entre el penitente y el confesor, que puedan utilizar libremente los fieles que así lo deseen". Y en el apartado 3 del mismo canon dice: "No se deben oír confesiones fuera del confesionario,  si no es por justa causa". 


Desde que comenzó la pandemia no había vuelto a sentarme en el confesionario, utilizando como lugar para el sacramento de la penitencia la capilla de la Divina Misericordia, junto al presbiterio,  espacio mas amplio y ventilado, para aquellas circunstancias en que la prudencia recomendaba toda clase de precauciones.

La capilla tenia sus ventajas e inconvenientes para cumplir este cometido. Un inconveniente serio son las tres escaleras que, para las personas mayores, son todo un reto y ¡un peligro!; por esta razón, y por otras, y sobre todo porque el confesionario es el lugar propio de la penitencia,  me he vuelto de nuevo a él, una vez pasada la fase virulenta de la pandemia;  y allí sigo, con toda precaución,  con mi costumbre diaria de ofrecer a los fieles la posibilidad de reconciliarse, mientras se reza el Rosario o está expuesto el Santísimo. Unas veces hay mas penitentes, otras alguno, a veces ninguno, pero yo aprovecho ese tiempo para rezar el rosario, leer algún libro de espiritualidad, de los varios que tengo siempre en el confesonario, o simplemente para meditar o rezar en silencio.

Creo que estar allí no es ni mucho menos un "tiempo perdido". Muy al contrario, quizás sea el tiempo mas ganado de la vida ministerial, pues la misión principal de un sacerdote es llevar las almas al cielo, pues "¿de que sirve ganar el mundo, si se pierde el alma?" ( Mt 16, 26) 


Antes de comenzar la pandemia, cuando la misa de las 12 se  llenaba de niños, apretujados como sardinas en lata en los primeros bancos, en una de ellas -creo era cuaresma- en la que se leyó Evangelio del Hijo Prodigo, en la homilía, aproveche para explicar "a los niños" (te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro) que, hoy, esa parábola sigue haciéndose realidad cada vez que un fiel, contrito y arrepentido, se acerca al confesionario y dice "bendígame padre, porque he pecado"; para "escenificar" aquella predicación y captar la atención de los niños,  llevé en una especie de "procesión", y coloqué en el confesonario, un cuadro alusivo, que allí sigue al día de hoy, para recordarme a mi, y a quien lo mira que Dios no se cansa nunca de esperar y perdonar, porque es la misericordia infinita.

Ya sé, que no está de "moda" confesar ni confesarse, y que, como dicen algunos, el confesionario se ha cambiado por la consulta del psicólogo (aunque no esté yo muy de acuerdo en esta afirmación, porque son cosas muy distintas). Pero acudir a este sacramento cuando se necesita porque se ha pecado gravemente, o llegarse a él con alguna establecida  frecuencia como "medicina del alma", sigue siendo indispensable para progresar en el camino de la vida cristiana.  

Cuando hoy la fe y la practica religiosa están en unos niveles tan alarmantemente bajos, habría que revisar que trato estamos dando a este sacramento, que es esencial para la "salus animarum", y cual es la practica pastoral en las parroquias respecto a él; pues tengo para mi que, en demasiados lugares de culto, es imposible encontrar un confesor sentado en el confesionario; y me da la impresión que con tantos "geles" y medidas higiénicas, y con tanta fuerza como se pone hoy en las iglesias en advertir de la necesidad de "cumplir todas las medidas sanitarias" -aburrida y rutinaria coletilla omnipresente en todos los prospectos- se nos haya olvidado que el alma también necesita sus cuidados, y que de nada sirve ganar el mundo, si se pierde el alma.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

SE BUSCAN ADORADORES

 

Desde hace varios años, y siguiendo los consejos del papa Francisco, hemos tenido la iglesia abierta todas las mañanas (por la tarde ya lo estaba siempre de 18.00 a 21.00) .

Cuando empezamos, lo que llamamos entonces “Puertas Abiertas”, fue gracias a un grupo numerosos de voluntarios, que se comprometieron a estar en la iglesia turnos de media hora, para que no estuviera sola en ningún momento.


La pandemia, las enfermedades, la edad de muchos de los voluntarios han hecho que los turnos se hayan ido quedando con muchos “huecos”, y es por lo que vemos necesario rehacerlos de nuevo.

Para eso hemos puesto una hoja en la iglesia, de tal modo que la personas que deseen participar en este voluntariado se apunten de nuevo, y podamos garantizar que la iglesia no queda sola en ningún momento. Lo ideal es que haya dos personas por lo menos en cada turno.


Estoy convencido del todo que este “apostolado de la oración” es, siempre, pero más en este momento, el más importante y efectivo de todos los apostolados parroquiales.

¿No seremos capaces, en una parroquia tan grande, de conseguir que queden, de nuevo, cubiertos todos los turnos?

¡Animo, que media hora se pierde en cualquier cosa, y en la iglesia delante del Santísimo Sacramento es media hora que se gana para el cielo! No hay tiempo mejor empleado que el de la adoración.



jueves, 26 de agosto de 2021

¿VOLVERÁN LAS OSCURAS GOLONDRINAS?

Es una pregunta que me hago con frecuencia (tomando prestado, y transformando en interrogativo el célebre verso de Bécquer) mirando la nave de la iglesia parroquial, y recordando a tanta gente “desaparecida” desde que comenzó esta desgraciada pandemia, que, también, tenemos que reconocerlo, tiene mucho de “plandemia”, y que está sirviendo para transformar el mundo y acelerar el final de una era. Bécquer tenía a su favor para estar tan convencido de la vuelta de las golondrinas, que la naturaleza siempre cumple sus ciclos, y que, por eso, con la llegada de la primavera, volverían a colgar los nidos en el balcón; es lo que ha ocurrido siempre, invariablemente, porque responden a sus instintos, y a un código grabado en su ADN, que las lleva, cuando el reloj de la biología marca la hora, a volver una y otra vez para cumplir con el ciclo de la vida.

Pero en el mundo de la fe no ocurre lo mismo, y por eso yo no estoy tan confiado que “las golondrinas” –nuestros feligreses-, vuelvan a los “nidos” de la fe y de la religión, al menos como lo hemos entendido hasta ahora.

Esta pandemia ha dejado al descubierto muchas cosas, entre ellas, el poco fundamento y la poca hondura de las raíces de la fe de una parte importante de nuestros feligreses, que han preferido abandonar toda práctica religiosa comunitaria –que a veces era incluso diaria-  por el miedo a un posible contagio, y esto a pesar de que las iglesias han sido lugares seguros, entre otras cosas porque se han cumplido con sencillez, constancia y eficacia, todas las prescripciones sanitarias como en ningún otro sitio.

Recalco lo de práctica religiosa comunitaria, porque yo no entro a juzgar sobre la fe privada de nadie. Yo no sé lo que cada uno reza en su casa, ni las veces que su corazón se eleva a Dios, ni el culto que cada uno le tributa en el ámbito de su hogar.  Pero es evidente que la fe comunitaria ha quedado tocada y debilitada por la pandemia, basta con darse una vuelta por nuestros templos. La religión, o es social, o deja de ser religión como tal, para convertirse en un sentimiento que comienza y acaba en la propia persona, fomentando el individualismo espiritual. El beato Manuel Domingo y Sol expresó muy bien el carácter social de la fe y de la religión con aquella frase suya tantas veces citada: “No estamos destinados a salvarnos solos”.

Es cierto que la religión no se reduce a las prácticas en el templo, pero no es menos cierto que cuando la fe no se alimenta de celebraciones comunitarias, tiende a menguar, a convertirse en sentimentalismo o en pernicioso espiritualismo. En la fe, como en todo, necesitamos los unos de los otros. Necesitamos sentir que creemos en el Mismo, que esperamos en el Mismo, que amamos al Mismo. Y esto ocurre, cuando lo expresamos juntos en las celebraciones comunitarias de la fe, que no pueden ser sustituidas por celebraciones virtuales, pues eso, a la larga, es imposible que alimente la fe de nadie.

Tengo la impresión que, en lugar de acercarnos más a Dios, como ha ocurrido a lo largo de toda la historia en las desgracias colectivas, en esta ocasión ha ocurrido exactamente lo contrario, y las iglesias se nos van quedando vacías. Nos han desaparecido demasiados feligreses de los que eran habituales, y hasta parecían firmes en la fe. De durar esto mucho más, me temo que acabaran desapareciendo muchas costumbres religiosas, que hasta ahora eran sustento de la fe de una parte grande de pueblo.

No, yo no tengo tan claro como Becquer que volverán las oscuras golondrinas de tu balcón los nidos a colgar. Yo no sé lo que va a pasar, eso solo lo sabe Dios; yo solo digo lo que desde la parroquia observo día a día, aunque sigo cierto, por pura gracia, que Dios tiene poder para sacar hijos de las piedras; pero estamos a las puertas de un nuevo curso y, la verdad es que no sé si tengo fuerzas ni ganas para afrontar otro año más de pandemia, ni para gestionar constantemente una pastoral parroquial en situación extraordinaria, cada vez con menos gente dispuesta a dejarse la piel por el Reino de Dios, con menos feligreses en las celebraciones, con menos entusiasmo en los que siguen, en la sensación de soledad y abandono por parte de la institución (ella misma desnortada y “rara”),  y sin saber muy bien a dónde vamos ni a lo que vamos.

Ojalá y yo me equivoque, y vuelva de nuevo la primavera, y con ella las golondrinas, aunque no sean aquellas que aprendieron nuestros nombres… porque esas no volverán.

Juan Manuel Miguel Sánchez

miércoles, 18 de agosto de 2021

UNA GRAN SEÑAL APARECIÓ EN EL CIELO, UNA MUJER VESTIDA DE SOL, CORONADA DE ESTRELLAS, CON LA LUNA BAJO SUS PIES

 

La imagen de la Inmaculada Peregrina, bendecida en Éfeso, y que comenzó su recorrido por los principales santuarios marianos de España en el Pilar de Zaragoza a primeros de mayo, después de haber hecho en las semanas pasadas el “Camino de Santiago”, llegó al Santuario de las Cruces de Don Benito en la tarde del 17 de agosto, procedente de la Codosera, donde están celebrando, con un año jubilar, el LXXV aniversario de las apariciones de Chandavila.

Numerosos fieles se habían congregado en la ermita de las Cruces, paraje encantador del campo extremeño, a la falda de la Sierra de Ortigas, para dar la bienvenida a Ntra. Sra. recibida con emoción en el exterior del cuidado recinto que acoge a la patrona de nuestra ciudad.

En medio de aplausos y cantos la imagen entró en el santuario, donde miembros de la Hermandad de Ntra. Sra. de las Cruces le dieron la bienvenida, ratificada con las notas del popular himno “Virgen querida, tu fiel Don Benito…”

Seguidamente, en procesión sobre el suave y fresco césped, entre cánticos mariano, la Virgen circundó la ermita para dirigirse al altar “de campaña”, donde tuvieron lugar las celebraciones, al aire libre, que nos regaló una brisa reparadorade agradecer en medio del calor veraniego.

El rezo del Santo Rosario, precedió a la celebración de la Santa Misa, que presidio el párroco de Santiago; concelebraron el párroco de Santa María, el padre José Antonio Cabero (cmf) y Don Luciano Alberca, capellán del Hospital Comarcal.

Al finalizar la Santa Misa se ofrecieron a la Virgen varios presentes: Un ramo de flores, el escudo de Don Benito, en cerámica, la medalla de la Hermandad de la Virgen de la Cruces y un simbólico cuadro alusivo al peregrinar de la Inmaculada por España.

La Hermandad de la Cruces hizo de perfecta anfitriona del gran acontecimiento que supone la visita de la Inmaculada de Éfeso, y lo preparó todo a la altura de la circunstancia. Nuestra enhorabuena por ello.

Tras los actos en la Cruces, según lo previsto, la Virgen fue trasladada en automóvil al convento de las carmelitas descalzas, ya en la ciudad, donde llegó un poco mas tarde de las diez de la noche, entrando en la iglesia, llena de fieles según el aforo, entre cánticos y el tañer de las monjiles campanas, en medio de nuevo de la emoción de los fieles congregados. Don Juan Manuel dio, en nombre de la comunidad, la bienvenida a la Stma. Virgen, rezándose a continuación el Santo Rosario.












A las 11 de la noche, como estaba anunciado, comenzó la vigilia de oración con la exposición del Stmo. Sacramento, tiempo de silencio, adoración y alabanza, y la recitación del “Oficio de Lecturas”, que fue el propio de la Inmaculada, a excepción de la lectura “patrística” , tomada para esta ocasion de la homilía pronunciada por San Juan Pablo II en el Pilar de Zaragoza en su primer viaje pastoral a España. Hermosa vigilia vivida en un silencio y fervor que se palpaba en el ambiente. Fue presidida por Don Francisco Torres, párroco de Aldeanueva de la Vera. Finalizaron estos actos con el canto de la “Salve Regina”.

En el silencio y la intimidad de la noche, la comunidad de MM. Carmelitas ha velado a Ntra. Sra. intercediendo por las intenciones de la iniciativa “Ven Madre", que están, tan bien expresadas, en la oración oficial de la peregrinación: ¡Madre, Ven! Haz valer tu amor de Madre, y tu poder de Reina, y alcánzanos de tu Divino Hijo un corazón semejante al suyo que encienda nuestros corazones en el fuego del amor de Dios para que no caigamos en las asechanzas del demonio, enemigo de nuestras almas, defendamos firmemente la Verdad y seamos siempre fieles a Jesucristo, a quien pedimos cumpla sin tardar su promesa de reinar en nuestra Patria y llegue pronto el triunfo de tu Inmaculado Corazón.















Ya en la mañana del miércoles 18, Don Juan Manuel, Don Alfonso Raúl Masa, vicario parroquial de Santiago, y Don Antonio David Santos, concelebraron la Santa Misa “de despedida” , asistidos en el altar por Javier Sandez y Diego V. García de León.

En su homilía, Don Juan Manuel, se dirigió a la Inmaculada, pidiéndole las tres gracias a las que había hecho referencia la oración colecta de la misa: Firmeza en la fe, seguridad en la esperanza, y constancia en el amor, para concluir invocando a María como “Madre de esta tierra, que es la de sus amores” para que venga a nosotros el Reino de su Hijo Jesús, y el triunfo de su Corazón Inmaculado.

La misa fue cantada por las monjas y el pueblo en perfecta sintonía de voces amores marianos.

Concluida la liturgia de la Misa, Don Juan Manuel expresó sus gracias a quienes han hecho posible la peregrinación: Carmelitas del Cerro de los Ángeles, Carmelitas de Don Benito, grupo de seglares voluntarios de nuestra ciudad, matrimonio de voluntarios de “Ven Madre”, que han traído la imagen y participantes en general.

Seguidamente tomó la palabra Raquel Parejo, coordinadora del grupo de voluntarios  en nuestra ciudad, y que tanto ha trabajado estos días para tenerlo todo a punto. Dio  las gracias a Dios por esta visita y por las horas vividas, “pocas pero intensas”,  junto a la Inmaculada de Éfeso.

Una vez cantada la Salve, en medio de una contenida emoción que al final de desbordó en lagrimas, agitando pañuelos blancos, bajo una lluvia de pétalos de flores que las monjas hacían caer desde el coro alto, con los versos del canto “Un día al cielo ire…”, en el corazón y en la boca, la blanca y bella imagen emprendió de nuevo su “peregrinación” por las tierras de España, esta vez con destino al Santuario de Ntra. Sra. de la Cabeza en Andujar (Jaén)











“Adiós Señora, adiós, contigo va nuestro corazón”

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No queremos acabar esta crónica sin dar las gracias a todas las redes sociales y medios de comunicación locales que se han implicado en la difusión de este acontecimiento, y que han hecho posible que personas de núcleos del entorno hayan podido participar con nosotros en esta visita de la Madre común. Lo que nos extraña es que un acontecimiento de esta importancia, con gran relevancia en las diócesis por donde pasa, pues son muchos los obispo que han participado en los actos, no haya tenido difusión ni promoción en ningún medio diocesano, siendo además Don Benito, la única localidad diocesana por donde ha “peregrinado” la Inmaculada de Éfeso.


Mas informacion:https://www.facebook.com/santamaridb2015/