jueves, 24 de febrero de 2022

FUSIÓN DON BENITO-VILLANUEVA. ¿REPERCUSIONES ECLESIALES?

 


Como estaba previsto, el pasado domingo 20 de febrero, tuvo lugar la consulta popular para la fusión de Don Benito y Villanueva de la Serena en un único municipio. En ambas localidades se alcanzó el mínimo del 66 % de votos afirmativos requeridos para llevar a cabo la unión, que será efectiva de modo pleno en 2030. En los próximos meses se decidirá el nombre de la nueva ciudad, que contará con una población que superará los 63.000 hab. convirtiéndose en la tercera de la Comunidad Autónoma de Extremadura en lo que a habitantes se refiere.

Crear una ciudad nueva, con lo que esto implica en todos los órdenes, será un proceso largo, que requerirá una labor inteligente, paciente y prudente, y, aun con eso, habrán de pasar décadas (yo diría que hasta más de un siglo) para que se consolide la unión y llegue a ser un verdadero “pueblo”.

Lógicamente ninguno de nosotros, siendo realistas, lo conoceremos, pues mientras vivamos nos ocurrirá como con el cambio al euro, que seguiremos pensando en pesetas para saber cuánto cuanto ganamos, hasta donde podemos abarcar, o si algo es caro o barato; es decir, que los que han nacido en Don Benito se seguirán considerando mientras vivan de Don Benito y de igual modo los de Villanueva; y esto con razón, pues así seguirá constando en sus partidas de nacimiento. Serán las generaciones que nos sucedan las que ya llevaran en sus documentos, como lugar de su “nacencia”, el nombre la nueva ciudad, que ya sí será la suya porque Don Benito y Villanueva habrán dejado de existir, y solo figuraran en los libros de historia. Ojalá que la “comisión de expertos” acierte con el nombre.

Uno de los temas que habrá de decidirse en un futuro más o menos próximo será el de la configuración religiosa de la nueva ciudad, pues como todos sabemos - y a ello dediqué un artículo anterior- Villanueva pertenece a la archidiócesis de Mérida-Badajoz, y Don Benito, desde sus orígenes, a la de Plasencia (con sede en la provincia civil de Cáceres). Aunque hasta el momento no hayamos escuchado una palabra oficial al respecto por parte de las jerarquías implicadas, la Iglesia no puede ser ajena a lo que está ocurriendo, porque le interesan sobremanera “los gozos y las esperanzas, las angustias y las tristezas de los hombres de nuestro tiempo… Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón… se siente íntima y realmente solidaria del genero humano y su historia” (G.S 1)

Esto quiere decir entre otras cosas que, antes o después -mejor antes que después- nuestros obispos tendrán que hablar del tema, pues no es cuestión menor, baladí, ni intrascendente; y tendrán que tomar decisiones, pues está en juego la buena organización de la Iglesia en territorios que competen a su jurisdicción episcopal, y hasta su prestigio de cara a la sociedad, como forjadora que ha sido de pueblos a lo largo de su dilatada historia, y por ello “maestra de humanidad”.



Según lo expresado, y siempre a mi entender particular, podrían ocurrir por lo menos estas tres cosas que paso a exponer:

PRIMERA: Quedar todo como está y que la nueva ciudad, en lo eclesiástico, siga “separada”.

Es decir, que lo que hasta ahora era Don Benito siga siendo diócesis de Plasencia, y lo que era Villanueva de la Serena sea diócesis de Mérida-Badajoz.

De esta forma el núcleo urbano de X tendría siete parroquias. Cuatro adscritas a la diócesis de Plasencia y tres a la de Mérida-Badajoz. Las pedanías dependientes de los antiguos municipios, se mantendrían en las diócesis de sus antiguas cabezas:

.- Conquista del Guadiana, Gargáligas, Hernán Cortes, Ruecas, El Torviscal, Valdehornillos y Vivares en Plasencia.

.- Casas del Castillo, Encomienda, Entrerrios, Valdivia y Zurbarán*, en Mérida- Badajoz.

(*Zurbarán, siendo pedanía de Villanueva de la Serena –ignoro el motivo- en lo eclesiástico ha pertenecido siempre a Plasencia)

Inconveniente canónico no hay ninguno; es más, existe en España, al menos el caso de una ciudad con parroquias en dos diócesis, me estoy refiriendo a El Puerto de Santa María, con once parroquias, diez pertenecientes a la joven diócesis de Asidonia-Jeréz, y una - Santa María de Valdelagrana- a la de Cádiz-Ceuta; la razón es que el rio Guadalete, accidente geográfico que traza la división de ambas diócesis, discurre por el termino municipal.

Si bien esto es legítimo desde el punto de vista canónico, no creo -es mi opinión-  que, a la larga, sea lo más adecuado desde el punto de vista pastoral.

SEGUNDA: Que la nueva ciudad (con todas sus pedanías) pase a formar parte o bien de la mitra emeritense-pacense, o bien de la placentina.

A esta situación se llegaría, es de suponer,  después de largas conversaciones entre ambas diócesis, valorando no intereses humanos, que no deben ser nunca los de la Iglesia, si no el bien de las almas que vivirán en la tercera ciudad con más habitantes de Extremadura (mayor incluso que Plasencia), en una zona estratégicamente situada, en el centro septentrional de la provincia de Badajoz, llamada a convertirse en el segundo polo económico de la provincia, y el primero de Extremadura en lo agrícola y ganadero, con todo lo que esto supone de desarrollo y crecimiento poblacional.

Esta solución implicaría modificar los limites diocesanos, cosa que compete única y exclusivamente a la Curia Romana (creo que, en concreto, a la Sagrada Congregación de Obispos) oído el parecer de las partes implicadas, en este caso las archidiócesis de Mérida-Badajoz y la diócesis de Plasencia.

Para mí entender es la solución a la que se llegará, no en un futuro próximo ni a la vuelta de unos meses, pero sí cuando las circunstancias se impongan, y la realidad no deje otra opción, y sea un sinsentido pastoral la “bidiocesaneidad” en una ciudad que, posiblemente para entonces, tenga setenta u ochenta mil habitantes.

TERCERA: Es la que imagino más próxima, intermedia entre las dos posibilidades anteriores.

Sería la de una situación pastoral, llamémosla “de transición”, pactada entre obispados, con la implicación de los presbiterios locales, en la que se dé lugar a una peculiar “interparroquialidad” entre parroquias de diócesis distintas en una misma ciudad, para asuntos que, necesariamente antes o después, tendrán que ser comunes en temas cómo burocracia, cáritas, programaciones pastorales, festividades... por poner algunos ejemplos que se me vienen inmediatamente a la memoria.

Hoy por hoy las relaciones a nivel eclesial entre Villanueva de la Serena y Don Benito son inexistentes, pues cada ciudad ha caminado al compás que han marcado sus respectivas diócesis, que es la forma como se funciona en la Iglesia.



Una excepción a lo dicho – que puede ser un referente adecuado- es la del llamado Hospital Comarcal Don Benito-Villanueva, a medio camino entre los cinco kilómetros que separan ambas ciudades, que si bien está en el término municipal de Don Benito -y por ello en la diócesis de Plasencia- sin embargo, desde su puesta en funcionamiento, los servicios de capellanía han estado atendidos por sacerdotes de ambas diócesis sin ningún problema y con un excelente resultado.

Esta sería una situación de tránsito entre el presente y el futuro, y es a mi parecer la más conveniente, para dar una respuesta a los retos pastorales que trae la situación, del todo nueva para todos y también para la Iglesia en este territorio de Extremadura.

Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, y ellos sabrán dar una solución adecuada “para gloria de Dios y bien de las almas que tienen encomendadas”. A nosotros nos toca esperar y, si nos preguntan, aportar nuestro granito de arena. Por eso, y para si a alguien sirven, ahí quedan estas líneas.

Juan Manuel Miguel Sánchez

Párroco de Santa María

Don Benito.

 

miércoles, 9 de febrero de 2022

LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS


El próximo viernes, 11 de febrero, en la festividad de Ntra. Sra. de Lourdes, advocación tan relacionada con el mundo de la salud, se celebra en toda la Iglesia la Jornada Mundial de Oración por los Enfermos. Con este motivo se ha generalizado en muchos lugares administrar comunitariamente -igual que ocurre en la “pascua del enfermo”- el sacramento de la Unción. Por eso aprovechamos para recordar quienes, y en qué condiciones pueden recibir este sacramento, con el fin de no "echar la gracia de Dios en vaso roto".

QUIENES PUEDEN Y DEBEN RECIBIR EL SACRAMENTO DE LA SANTA UNCIÓN:

Es un sacramento para aquella persona bautizada que se encuentre en peligro de muerte, bien porque padezca una grave enfermedad, o bien por haber llegado a una vejez, acompañada de debilidad senil.

Esto queda muy claro en toda la tradición de la Iglesia, recogida en la fuentes mas actuales como son la Constitución Sacrosantum Concilium,  el Catecismo de la Iglesia Católica y en el Código de Derecho Canónico, que es por donde nos debemos guiar, y no en opiniones personales.

DESVIACIONES EN LA ADMINISTRACIÓN DE ESTE SACRAMENTO:

En la pastoral de este sacramento se ha caído a lo largo de los años en dos extremos:

A. Administrarlo incluso a los que evidentemente están ya muertos:

Hoy se cae poco en este abuso, pues lo común. por desgracia. es que la gente se vaya al otro mundo sin ningún  auxilio espiritual (pues ni ellos lo piden ni los familiares se lo facilitan), y que quien avise al párroco sea la funeraria cuando el cadáver está ya expuesto en la "capilla ardiente".


La “unción”, como dice su nombre, es de “enfermos”, no de difuntos. 

Cuando alguien ha fallecido lo único que se puede hacer es encomendar su alma a la misericordia de Dios. 

Todos los sacramentos se administran solo y únicamente a personas vivas, no hay ningún sacramento para los difuntos. Otra cosa es que haya dudas razonables de si alguien está vivo o muerto físicamente, y en ese caso se administre el sacramento “bajo condición”, es decir, presuponiendo que está vivo.

B. El extremo contrario:

Hoy, por la famosa ley del péndulo, nos hemos ido al extremo contrario, como tan  simpáticamente queda reflejado en la viñeta.

La Unción de Enfermos se ha convertido en no pocas ocasiones en el sacramento de los jubilados, o en una especie de "unguento milagroso" para toda dolencia en cualquier edad.

CUANDO VERDADERAMENTE SE DEBE RECIBIR LA UNCIÓN DE ENFERMOS:

El sacramento de la Unción tiene su momento. Es conveniente recibirlo antes de una operación que pone de por si en peligro de muerte la vida del enfermo, o en caso de edad avanzada, con evidentes signos de debilidad.

Es entonces cuando el sacramento obrará la gracia de Dios y dará sus frutos: Consuelo, paz, ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave, o de vejez senil, renovando la fe y la confianza en Dios en aquel que la recibe, y contribuirá así a la salud al alma, y del cuerpo cuando conviene.

CUANDO NO HAY NECESIDAD DE RECIBIRLO:

.- Como queda dicho no hay que administrarlo a un cadáver.

.- Ni en el caso de enfermedades crónicas, físicas o psiquicas, no estando en vejez senil, ni en peligro próximo de muerte.

.- No puede utilizarse tampoco el oleo de los enfermos, para unciones con motivo de las llamadas "oraciones de sanación", confundiendo una practica devocional con un sacramento.

¿ES NECESARIO CONFESARSE ANTES DE RECIBIR LA UNCIÓN?

Es un sacramento que hay que recibir en gracia de Dios, es decir libres de pecado mortal. Por lo tanto, si es necesario y se puede, antes de la unción hay que confesar. Si el enfermo, por su estado, no puede ya confesar, pero está debidamente arrepentido, el sacramento dará también la gracia de Dios.



EN NUESTRA PARROQUIA EL VIERNES DÍA 11

FIESTA DE LA VIRGEN DE LOURDES

19.20 H. Rosario meditado

20.00 H. Santa Misa por los enfermos

Se administrará la Santa Unción a las personas que lo soliciten en la sacrista.