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miércoles, 11 de septiembre de 2024
PUERTAS ABIERTAS
domingo, 8 de septiembre de 2024
DE BIEN NACIDOS ES EL SER AGRADECIDOS
Al finalizar la Santa Misa del pasado sábado 7 de septiembre, que fue cantada por el coro parroquial, bajo la dirección de Rosario Pinto, quisimos rendir un pequeño homenaje de gratitud a la que ha sido durante muchos años gran colaboradora de la parroquia, la religiosa Hija de María Madre de la Iglesia (azules), Sor Adriana Faba Delgado.
Nuestro párroco, en nombre de la feligresía, se dirigió a ella con las siguientes palabras, que dejamos aquí consignada para recuerdo de todos:
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"Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va, va dejando una huella que no se puede borrar…"
Sé que no soy para nada original, pero esta letra de la popular y conocida sevillana, expresa lo que muchos sentimos en esta tarde.
Querida Adriana:
Desde hace 14 años, tu presencia ha
sido de las habituales en esta parroquia; en ti hemos encontrado una amiga
entrañable, una colaboradora en todas las actividades, un apoyo en tantas
iniciativas; pero, sobre todo, en ti hemos encontrado siempre a una autentica
religiosa, “amante” de Jesús y de su Madre la Virgen; que eso, creo yo, es lo
mejor que se puede decir de una mujer que, desde la adolescencia ha entregado
su vida al Señor.
Dejas una huella honda -a
nadie se le oculta- por más que a ti te guste pasar desapercibida:
.- En tu querido colegio del Sagrado
Corazón, donde te has dejado la piel por la congregación, donde tanto has
trabajado por dar a conocer a la Beata, elevando sus fiestas a una verdadera
celebración popular.
.- En Don Benito donde has sido una
monja querida, valorada y respetada.
.- Y en nuestra parroquia, que siente
especialmente tu marcha por lo mucho y bueno que en que les has servido, especialmente
en las cosas que se refieren el culto solemne de Dios, al que tú tantas veces
ha puesto voz y música, sentada al órgano que ahora se nos queda mudo, como
el arpa de Bécquer, esperando una mano de nieve que sepa de nuevo arrancar sus
notas para gloria del Único que la merece.
Aquí nos quedan muchos recuerdos
tuyos, el más visible de ellos la imagen de tu Madre fundadora, la beata
Matilde, que tú te encargaste de procurarnos en las altas instancias de la
congregación, para que aquí fuera venerada. Quédate segura que, cuando recemos
a Madre Matilde y celebremos sus cultos, tu nombre y tu recuerdo estará siempre
muy presentes, como el de una hija ejemplar que, de tantas formas supo
acercarnos a querer y conocer a nuestra querida beata.
Nosotros queremos también que tengas
un recuerdo nuestro, de toda la parroquia, de los que días tras día, en estos
catorce años, hemos compartido la fe en esta casa querida. Es difícil regalar algo a una monja, que necesita poco y de lo poco, poco. No es
un regalo original, pero puedes estar segura que recoge el cariño de todos.
Es una Virgen que podemos decir “está
de moda” (podéis buscarla en Internet), la Virgen de la Alegría, blanca, muy
dulce, con el Niño Jesús en sus brazos. Que ella vaya contigo a Cáceres, o a donde
quiera que la obediencia te destine, y sea tu Madre, tu Maestra, tu Guía y la Causa
de tu alegría. Y que, cuando la mires, te arranque un recuerdo y una oración
por esta parroquia de Santa María.
Querida Sor Adriana, cuando el año
2020 aquella pandemia de infausto recuerdo te dejo tan al borde de la muerte
que hasta te dieron tan por muerta, cuando “regresaste” a la vida yo te dije
que, en lugar de Sor Adriana, te íbamos a llamar “Sor Resurrección”. Pues sigue
afrontando esta nueva etapa de tu vida con la fuerza, el coraje, la decisión,
la valentía y el amor de una seguidora del Resucitado, como lo has sido hasta
ahora. Nada de bajos ánimos.
¡Adelante, siempre adelante, Dios es nuestra ayuda, no nos falte la fe!
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miércoles, 4 de septiembre de 2024
INSCRIPCIONES PARA LA CATEQUESIS DE LOS QUE (SI ESTÁN PREPARADOS) HARÁN SU PRIMERA COMUNIÓN EN 2026
martes, 27 de agosto de 2024
EL "GRUPO PARROQUIAL" DE LA MISA DE DIARIO
Es mi intención con estas líneas rendir un homenaje a la fidelidad de aquellas personas que, incluso cuando el termómetro marca 41º C a las ocho y media de la tarde, no faltan a la cita de la misa diaria en la parroquia de Santa María de Don Benito, donde soy párroco actualmente y, en ellos, a todos los que cada día, en todas las iglesias del mundo, encuentran en la Santa Misa el centro y la fuente de su vida cristiana.
EL GRUPO PARROQUIAL DE “LA MISA DE DIARIO”
Hace años, cuando el que esto
escribe era un joven sacerdote en los inicios de su ministerio, y cuando la
Iglesia diocesana gozaba todavía de una cierta vitalidad y capacidad de
convocatoria, era la “moda pastoral” (y como toda moda ya caída en desuso,
entre otras cosas por el reducidísimo número de sacerdote) organizar el “Día
del Arciprestazgo”, celebración que solía tener un carácter festivo-formativo-convivencial.
En nuestro arciprestazgo de entonces, el
de Navalvillar de Pela, también se organizaba esta jornada, que era de recibo, pues
desde las instancias superiores nos repetían constantemente aquel mantra que “la
parroquia no puede ser un reino taifa”; había por eso que conocerse, programar
acciones pastorales en común, aunar criterios y “tener conciencia de
arciprestazgo”. Lo cierto y verdad es que, en aquellos entonces, sea por la
novedad, sea por las ganas de salir de los pueblos, sea porque había más
implicación empezando por los sacerdotes que éramos más numerosos, la
participación era significativa, acudían gentes de todas las parroquias, que esperaban
con ilusión “el día del arciprestazgo”.
No faltaba en esa jornada la
típica reunión por “grupos”. Como en nuestras parroquias, todas ellas rurales,
no existían “movimientos”, los grupos de trabajo se formaban por lo que era común
en todas ellas: catequistas, liturgia, Cáritas, monaguillos, jóvenes,
cofradías, limpieza y ornato de los templos…
En una de las reuniones
preparatorias del “Día del Arciprestazgo”, al arcipreste, que era Don Juan José
Gallego Palomero, hombre dinámico, creativo donde los haya (quizás por eso
nunca valorado suficientemente en un mundo “donde nadie es profeta en su
tierra”) se le ocurrió que un grupo presente en todas las parroquias era también
“EL GRUPO DE LA MISA DE DIARIO”. A todos nos pareció estupenda la idea; y dicho
y hecho, también hubo reunión en aquella ocasión del grupo “de los que iban a
misa a diario”.
Y es que en todas las parroquias
suele haber diversos grupos, que forman parte del entramado de la misma. En las
parroquias rurales, que son la inmensa mayoría en nuestra diócesis, no faltan
los grupos ya reseñados: catequista hay en todos los pueblos, personas que se
encargan del mantenimiento del templo y del culto, lo mismo; no faltan quienes
se encargan de administrar los recursos de caridad o los de la parroquia. En
las parroquias más urbanas, amén de estos grupos básicos, suelen estar
implantados también algunos “movimientos” de carácter supraparroquial según la
moda del momento; son grupos que dan gusto a distintas “espiritualidades”, suelen
estar unidos a la “sensibilidad” del párroco que los acoge, y se nutren de gentes
que van y vienen, aparecen y desaparecen, “buscan y no encuentran” nada a su
medida.
Pero de todos los “grupos parroquiales”,
el que más parroquia hace, el que más evangeliza porque es el que ora
constantemente, el que más busca la gloria de Dios, que es en definitiva el
único y verdadero plan pastoral de la Iglesia de todos los tiempos, y el que
incluye la finalidad de todos los demás grupos, es el de la misa de diario,
fiel donde los haya, sin cambiar de un lugar a otro, venga el cura que venga, truene o diluvie, marque el termómetro un
grado o cuarenta y dos, allí están, cada día, frente al altar, que es donde la
Iglesia se construye y vive.
Mi reconocimiento para todas las
personas que han hecho de su participación diaria en la Santa Misa el alimento
espiritual de su vida, porque han descubierto el “verdadero tesoro”; porque con
su presencia diaria y devota, sin protagonismos de ninguna clase son el “alma
de la parroquia”, y un estímulo para que los sacerdotes, que somos –o
debiéramos ser- los “hombres para la eucaristía”, renovemos y encontremos cada
día sentido a nuestra entrega y ministerio.
Doy gracias a Dios por toda esta
gente, que en tiempos de pocas fidelidades, en los que muchos han abandonada su
práctica religiosa, a la pregunta de Jesús “también
vosotros queréis marcharos”, han respondido con su presencia en la misa de
cada día, en la adoración eucarística frecuente, y en el rosario mariano “Señor a quien vamos a acudir, solo tú tienes
palabras de vida eterna”.
Juan Manuel Miguel Sánchez
Párroco