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miércoles, 4 de septiembre de 2019

REFLEXIONANDO EN EL INICIO DEL CURSO PASTORAL


Como en todas las parroquias nos disponemos a comenzar el "curso", expresión que me ha parecido siempre poco afortunada para referirnos a la actividad evangelizadora, que no sabe de treguas ni de vacaciones, pero con la que todos entendemos lo que queremos decir, esto es: Volvemos a retomar las actividades que quedaron en suspenso durante los meses veraniegos, principalmente las catequéticas y formativas.

Todos los años este comienzo "de curso", en lo que se refiere al tema de la catequesis, y en concreto a la de "primera comunión" me sugiere una reflexión, que lleva aneja un deseo de "cambiar" las cosas, y la impotencia de no encontrarme capacitado, por saberme parte de un "cuerpo", que es la Iglesia en el que no caben "miembros" sueltos ni gustos personales en lo que a disciplina se refiere.

El camino por el que andamos en este tema hay que reconocer humildemente que no lleva a ninguna parte pues, tras dos años -como mínimo- de "catequesis", la celebración de "las primeras comuniones" marca el fin de una etapa, en la que los niños y sus familias rompen los vínculos con la comunidad parroquial, a pesar de que durante el tiempo del proceso catequético todo prometía abundantes frutos de vida cristiana. Niños que disfrutaban iniciándose en la practica religiosa , familias participando gozosas en la misa dominical, colaboración, por lo general unánime, en las actividades programadas con ocasión de la catequesis... todo acaba con la "primera comunión", convertida en una carrera para darle al niño todos sus deseos, haciéndole el protagonista de una fiesta meramente social, en la que lo religioso tiene muy tímido reflejo.

Personalmente, visto los frutos obtenido con el actual proceso,  me bastaría con tres sesiones catequéticas previas al sacramento: Una para ofrecer unas pinceladas sobre la Eucaristía, otra para preparar la celebración, y la última propiamente la misa de Primera Comunión, en la que al final invitaría  a todos a seguir participando cada domingo en la Santa Misa -que para eso se hace la "primera comunión"- y en las actividades de la parroquia (oración formación, caridad) para "iniciarnos en la vida cristiana" que, muy lejos de ser un nuevo nombre de la catequesis o una mera "teoría" es, ante todo, una "Vida en Cristo".

De momento el proceso que seguimos es el contrario, varios "cursos" participando en la misa y en la vida parroquial,  para desligarse de ella a la primera de cambio, que suele ser al domingo siguiente de la primera comunión.

¿Que hacer? De momento, nada. Seguir por el mismo camino de pastoral esclerótica en este campo. 

Cómo comprenderán  esta no es mas que la reflexión, sin trascendencia ninguna, de uno de tantos párrocos como hay en la Iglesia, que constata la realidad en su parroquia, que no es distinta de otras de la Iglesia, al menos en España. Tomar decisiones aislada en estos tiempos -de "globalización" también en la Iglesia- es perder el tiempo y "matar mosquitos a cañonazos", pues siempre habrá una parroquia cercana que se adapte mejor a las aspiraciones y gustos "sacramentales" de cada cual; por eso un cambio de "ruta" solo puede ser posible desde una disciplina general de Iglesia, conocedora de la realidad concreta de sus hijos, que quiere "que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad", y de unos hijos de la Iglesia que se toman en serio los medios que Jesucristo ha dejado a su Esposa, como administradora de la Gracia, para llevarles a la Salvación, y no como "usuarios" de sacramentos, con fines de muy dudosa rectitud en la intención.

¿Que qué voy ha hacer este "curso"? Pues, la verdad,  lo mismo que hasta ahora: Formar catequistas, preparar niños, ponerme al día en métodos y medios, organizar actividades, comenzar un nuevo curso con ilusión después de treinta años de servicio a la Iglesia y a las almas.... Y conformarme con aquello de que  "algo quedará", que siempre es un consuelo ¡y una verdad! y, sobre todo, pedirle a Dios, por intercesión de la Virgen aquello de San Manuel González: ¡Madre Inmaculada...que no nos cansemos...!

Juan Manuel Miguel Sánchez
Párroco


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