Es un fenómeno que, por
desgracia, se hace ya crónico: al terminar la Santa Misa con las palabras del
Sacerdote “Podéis ir en Paz”, y tras responder los fieles “Demos Gracias a
Dios”……si acaso esperando a que el sacerdote celebrante salga del presbiterio
para ir a la sacristía, se ROMPE completamente el silencio en la Iglesia, con
los siguientes efectos inmediatos:
- El clima de devoción propio del
Templo desaparece, y la Iglesia se asemeja a cualquier establecimiento público
- Los fieles que desean seguir
rezando, para dar Gracias a Dios por la Misa y la Comunión, no pueden hacerlo o
si lo hacen es con la molestia añadida del ruido ambiental
- Se pierde la noción de que la
Iglesia es la “Casa de Dios”, pues la presencia Real de Cristo permanece en el
Sagrario
- Da la triste sensación de que
la Santa Misa ha sido como un “teatro”, y, acabada la función, ya no es
necesario seguir atentos
Hoy día son pocas, muy
pocas…………casi ninguna……….las Iglesias donde tras la Misa se guarda silencio. Y
ante la pregunta de ¿Qué podemos hacer?………se puede plantear:
* Enseñar el valor del silencio a
los niños que se preparan a la primera comunión.
* Aprovechar toda oportunidad
(homilía del sacerdote, avisos antes o al final de Misa, catequesis o
formaciones varias…) para inculcar, por el bien de todos, la virtud del respeto
donde se incluye el silencio tras la Misa.
* De una manera más profunda, y
aconsejándolo a los fieles más piadosos: recordar que Dios sólo nos habla desde
el silencio, ya sea interior pero también exterior.
No está nada mal, al contrario
(está muy bien) que los mismos fieles sean los que inviten a otros a mantener
silencio y de esa manera respetar el ambiente necesario para seguir rezando
tras la Misa.
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